El sol ya comienza a aparecerse
desde el púrpura de una ciudad
caída,
las marchas lunares se sienten
de nuevo las lavandas en las que estuve
a merced de la bruma;
mis pasos reconocen de nuevo
el que alguna vez fue mi hogar,
en todo el tiempo que tomó
sentir de nuevo la luz,
nunca estuve, estuvo solo la
blanda prisión que consolaba
el pasar de los días;
en todo este tiempo apenas
hubo un eviterno otoño,
en el que no brotaban las orquídeas.