Llámame por tu nombre: una tarde de verano sobre una siesta de otoño

Una historia que transcurre en las orillas del Mediterráneo en la década de los años ochenta, nos muestra la historia de Elio, un chico que vive el verano de sus diecisiete años con sus padres italoamericanos, judíos y académicos en una casa de descanso a las afueras de un pueblo anónimo en Italia; y Oliver, un hombre de veinticuatro años, estadounidense, que llega a finalizar su tesis y que ha rentado una habitación en la casa de los padres de Elio por un mes. 

“Existe una ley que dice que cuando una persona está totalmente enamorada de la otra, es inevitable que la otra lo esté también. […] El amor no exime de amar a quien es amado.”

Sensorial, sensual y erótica, la historia está narrada en primera persona por parte de Elio, así que, bajo toda la novela, te sucumbes a los pensamientos casi agónicos que tiene Elio por Oliver. La desmesura con la que transcurren pequeños roces de acercamiento, en el que no queda claro si Oliver está interesado en Elio, sin mencionar la angustia en la que sucumbe Elio a los desaires que tiene Oliver al principio de su estadía en la casa, rozando hasta cierto punto la obsesión que puede llevar al observar la silueta de las clavículas de Oliver, los huesos de sus tobillos perfectamente contorneados y la humedad que produce el calor veraniego para que la tela se pegue a la piel del torso de Oliver.

“Si existe la verdad en el mundo, esta miente cuando estoy contigo.”

Definitivamente es un libro que habla del deseo de manera sublime, pero al mismo tiempo brutal, mostrando el anhelo que se apodera de las personas en el interior de sus mentes.  

El libro maneja una belleza enaltecida de emociones, las líneas de André Aciman te enredan en un viaje de sensaciones que puedo decir que ningún libro me ha vuelto a llevar a tal grado. Los olores, los sabores, las canciones, las conversaciones, las citas de otros libros, la humedad del Mediterráneo, los duraznos y los paseos en bici en la Italia rural.

Pienso que es una historia diferente, que no se trata de la historia de un chico homosexual argumentando la dificultad de vivir su adolescencia siendo gay, ciertamente sí, toca temas como la homofobia y el miedo de revelar tu sexualidad a tu círculo más cercano; sin embargo, no es el argumento principal de la novela. Opino que es una historia de dos personas con la capacidad de sentir como cualquier persona heterosexual, y eso le da suavidad a la novela, ya que trasciende más allá de los prejuicios que hoy en día mucha gente conserva.  

Estimo que hay algo seguro en las premisas que tenemos de una persona, y esa es la incertidumbre. La idealización que considero que muchos hemos experimentado, y en este libro explora sus aguas más engañosas. 

“Cuando mire hacia este lugar, ya no estarás aquí… [por lo menos tú estarás en otro sitio donde no hay recuerdos].”

Muestra al amor y al romance en todas sus facetas, hasta que el autor decide retorcer su pluma a través de nuestro corazón embelesado y nos recuerda que tal vez la vida es más fuerte que todos nosotros, mostrándonos que la que manda es ella, y que solo nos regala un verano o una primavera para mostrarnos que sí, que tiene un lado amable de vez en cuando, pero que no dura para siempre.

Sin misericordia, sin retornos, un sinfín de recuerdos apoderándose de la mente de Elio en lo vacío de su mente y su cuerpo. A veces no queda nada más que huir. Este libro está lleno de nostalgia, y un desborde de emociones que no sabría aún cómo nombrar: pasión, autoengaño, idealización, sensualidad y erotismo. 

Por uno y otros más sentimientos no dejo y no dejaré de recomendar este libro.

Mi sueño de una siesta de verano y ahora, mi paño de lágrimas en este otoño.

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