Me siento a ver el mar,
a pesar del final de los tiempos
y decido beber un ron,
sentirme presente
en el latiente ritmo del
cataclismo previsto,
no hay nada más
que me rodeé,
no hay revoluciones
y tampoco hay interminables
libros de filosofía,
lo que sí hay,
es un camaleón
que camina despacio
a la sombra de mis pies;
es solamente el fin del mundo,
sí, solamente eso,
el fin del mundo.