Agarré un vaso de agua y tomé lo que ella siempre evitó; en una noche todo se había esfumado, solo se escuchaba el sonido de un grillo a medio morir.
Suicidio

Ser de anomalías.
Agarré un vaso de agua y tomé lo que ella siempre evitó; en una noche todo se había esfumado, solo se escuchaba el sonido de un grillo a medio morir.
El poemario de Denise Griffith no busca la paz y satisfacción de la vida; busca aplastarla, retratar un deseo que está presente y cada día se acerca más, pero nunca se llega a concretar.
La espalda logró acomodarse y recostarse en la suavidad de la cama de los encuentros, mas solo pensé en la cavidad de mis sueños.
Te olvido lentamente… y esa será mi salvación: olvidar que alguna vez pasó lo nuestro.
Veo el espejo y me asusto. Abriré los espacios y me iré al sueño de verme con otros ojos.
Extraño las flores cultivadas en lo que alguna vez llamé «jardín». Los dolores del alma me hacen católico. A medida me causan pánico.
Mi amiga cambió nuestro sentir por otro alba. El alba de mi alma sola se encuentra en la persiana. Sufre de ansiedad por culpa de la amiga imaginaria.
Llegará el día que todo lo sufrido se irá y despertaré de este sueño pavoroso. Seguiré soñando entre líneas divididas.
Vi un colibrí en las flores que me regalaste; le costaba trabajo volar.
He decidido volar. Gracias por ser mi
ángel; lo serás en el cielo de alguien más.
Te idealizo, aunque mis letras sean marcadas en tinta carmesí.
Ahora estás bebiendo en la cantina de las nubes, escuchando a Negrete y Lara.
El tiempo es mi aliado y mi respuesta…
A veces me alimento del arte y puedo gritar lo que siento.
Ahora usted descansa en la sangre de su propia Medusa.
Un café como aquellos años en el Coyoacán perdido, o en el Bellas Artes olvidado.
El amor mata, el amor está lleno de inseguridades, el amor romantiza su propia tragedia.
El dolor se viste de negro, la ciudad tiembla esta noche.
Tu vehemencia por redactar una prosa más, hacía al mundo cuestionarse ideologías establecidas.
La luz se enteró de algo ese día…