Daniel Baldi: El éxito es cambiarle la vida a un niño con un libro

Es extremadamente importante que la sociedad y los clubes de futbol, que muchas veces son el verdadero hogar y de contención de los niños, inculquen el estudio. Por más bueno que sea el jugador, tiene que estudiar, tiene que leer.

Daniel Baldi es escritor y también fue futbolista. Quiso ser jugador desde muy niño, pero en casa su madre le advirtió que difícilmente llegaría al profesionalismo, y él llegó. Sin embargo, se desencantó del futbol de máximo nivel cuando descubrió todos los intereses turbios que lo rodeaban. Se enamoró de los libros desde adolescente, desde que las concentraciones se asomaban en el horizonte. Quería ser bibliotecario, pero tenía una cita con la pelota que no podía dejar pasar. Le puso pausa indefinida al gusto por las grandes salas de libros, pero nunca dejó de leer. Empezó a escribir como empezó a leer, para despejarse, para olvidar lo que no le gustaba de la pelota. Así se enamoró del terror y de la ciencia ficción.

Hoy es autor de ‘Mi Mundial’, un best-seller que se volvió película y de 21 libros más, 20 si se omite el que está por publicarse. De todo eso charla con purgante. De todo eso y del placer que le ha dado entrenar, leer, jugar, escribir; ser Daniel Baldi.

¿Quién es Daniel Baldi?

(Risas) Daniel Baldi. Hay varias facetas de Daniel Baldi. Hoy día soy un escritor y soy gerente de la Fundación Celeste, que crearon en 2010 los jugadores de la Selección Uruguaya cuando volvieron de Sudáfrica. Soy gerente de la misma. Para mí es el premio máximo que pude haber recibido en el fútbol, porque es la única fundación creada por futbolistas y tener la distinción de que algo que crearon, algo tan sagrado como la fundación, que me la confíen a mí, realmente es valorar la clase de persona que fui a lo largo de mi carrera, de mi corta carrera, que duró una década en el fútbol. Que te valoren como persona es de los mejores reconocimientos que uno puede recibir, más allá de los logros, de los campeonatos, de lo que sea.

Soy gerente, soy escritor, ya tengo casi -porque el mes que viene saco mi siguiente novela- 21 libros publicados, 21 novelas publicadas, voy por la número 21 y aparte soy padre, soy técnico de fútbol, dirijo en un colegio, es otra disciplina que practico con mucha emoción porque es para despuntar el vicio.

Soy todo eso, y estoy muy contento porque hago lo que me gusta y eso para mí tiene una importancia triple, porque me gusta mucho escribir, leer, estar en contacto con los adolescentes, con los niños, estar en relación con el futbol, no sólo cuando soy técnico, sino que la Fundación Celeste me permite estar en contacto desde otro enfoque, en relación con los jugadores desde un carácter social y eso me agrada mucho más.

Háblanos de Vacaciones con la Pelota, la novela que salió el año pasado.

Salió entre octubre y noviembre. Es una novela distinta. Como era año de pandemia (2020), en marzo con la Fundación Celeste que cumplía 10 años teníamos, previo al Covid, un evento enorme en un lugar acá que se llama Antel Arena, que es un lugar enorme, cerrado, hermosísimo, íbamos a celebrar los 10 años, pero en marzo con lo del Covid se cayó todo. Entonces, me puse a pensar, ¿qué podíamos hacer? Nosotros tenemos muchos niños en una red que se llama ‘Escuelas Celestes’, los hacemos practicar futbol y otros deportes por el mero hecho de enriquecer su salud haciendo ejercicio; no para detectar talento ni para sacar futuros cracks, sino que creemos que los niños deben hacer deporte para mejorar su condición física y estar más saludables.

Hacía tiempo que había escrito esta historia de un niño que tiene una pelota, que la ama y que un día va a ver el entrenamiento de los jugadores de la Selección Uruguaya y los jugadores se la firman. Queda con ese objeto preciado, que es la pelota con la firma de los jugadores, y un día se va de vacaciones a Colonia (que es la ciudad donde yo nací), se va con los padres (él es de Montevideo, la capital de Uruguay) y estando en la casa de alquiler en Colonia, patea la pelota, y se le va para la casa del vecino. Se desespera, salta el paredón, agarra la pelota y se da cuenta que viene corriendo hacia él un mastín napolitano (perro) para comerlo. Él dice, “hasta acá llegué, me va a comer”, y cuando salta el perro, cae al piso porque está enganchado a una cadena, a un alambre que corre en el jardín, y queda atrapado en la casa donde además no hay nadie. En la casa del niño tampoco hay nadie, y está solo. Se da cuenta que el alambre empieza a aflojarse cada vez más, y él está atrapado entre un paredón y el perro y empieza a idear una estrategia para salir. No quiero contar muchas cosas, pero la cuestión es que dije, “y si materializamos esta pelota del niño en la novela y le ponemos la firma de los jugadores, para sacar un pack con un libro y la pelota del libro”. A los jugadores les pareció bárbaro y sacamos la pelota con los 10 años de la Fundación Celeste. Los niños iban, compraban el pack, al principio no entendían mucho, pero ya que empiezan a leer, se enganchan con la lectura y se dan cuenta que es la pelota del libro y la empiezan a querer mucho más. Entonces abordamos dos temas importantes, la pelota y la lectura del libro, que es tan importante y se practica tan poco.

Acá tuvo el apoyo de la Secretaría de Deportes y el Ministerio de Educación. Sacamos con de “deporte y educación”, o sea, no puede haber deporte sin educación, son los dos juntos; los niños no pueden optar por ser futbolistas o estudiar. Sucede con muchos futbolistas, que sólo pusieron sus fichas en el futbol, y conocemos los que llegaron, pero hubo muchos otros que quedaron en el camino, y luego se hace muy difícil y cuesta arriba la vida; después cuando se te termina el futbol no sabes qué hacer. Al libro hasta le hicieron una canción.

Has mencionado alguna vez que el futbol tiene un poder de narración muy importante. ¿Es necesario empezar a contar las historias de quienes no llegaron?

Pecamos con idealizar al futbolista como si fuera una receta de cocina. ¿Qué quiero decir con esto? Voy a poner ejemplos uruguayos. Se habla de Suárez (Luis); Luis iba caminando dos kilómetros al entreno, y se piensa “si yo hago esos dos kilómetros a mi casa voy a ser como Luis Suárez”. Idealizamos historias que poco tienen que ver, está bueno el esfuerzo, pero hay muchos que capaz que caminaron cinco o 10 kilómetros y nunca llegaron a ser futbolistas profesionales. También está la historia de Cavani (Edinson), que cuando era chico si hacía un gol, el técnico le compraba un helado, y ya ahí empezó a luchar para poder tener ese helado y hacía goles. Capaz que hay un montón de casos más que hacían gol y tenían el helado y no llegaron a ser futbolistas profesionales.

Cuando analizamos la historia del futbolista hay 30 mil historias que no llegaron y tenían más esfuerzo que ellos o el mismo. Yo creo que hay que hacer mucho foco en el 99 por ciento (y eso es un dato de la realidad acá en Uruguay), 99 por ciento de los niños de una generación, (Generación 2003 por ejemplo) que tienen el sueño de llegar, no van a llegar, va a llegar el uno por ciento, no vamos a mentirle. Por eso es tan importante el libro de Mi Mundial, porque cuenta una historia de esas, cómo todo hace suponer que un niño va a ser futbolista profesional, que va a lograrlo porque es un fenómeno y un crack, y sin embargo no le sucede. Se muestra ahí la mentira de cómo juegan con esa necesidad, de niños y familias de lugares muy humildes, de contextos críticos y cómo los representantes juegan con eso, les dan mil, dos mil dólares, y son descartables, cuando ven que no les van a dar dinero, los dejan ahí nomás.

A partir de esto que acabas de comentar me vienen dos aristas importantes, que creo que tienen que ver con la realidad latinoamericana. Primero, la romantización de la pobreza, de esa lucha contra todo, y por otra, tu historia, en tu casa el mensaje fue el opuesto: es casi imposible que lo logres. ¿El gusto por escribir y por la lectura te lo inculcaron en casa o fue independiente de ese mensaje?

Generalmente el jugador de futbol mayoritariamente surge de los lugares más carenciados, pobres, humildes. Yo creo que hoy tenemos dos clases de pobreza, una que es ser pobre y tener menos dinero, pero no es que te falte el plato de comida; y otra cosa es la miseria, que es algo que cada vez se descubre a mayor escala, familias que ni siquiera pueden alimentarse. Son dos clases de pobreza. Yo creo que es muy difícil que a un niño que le falta lo básico en la dieta que llegue a ser un atleta de élite, porque en los momentos más críticos de su niñez le faltaron elementos para desarrollarse, y no quiere decir que no lo va a lograr, pero estamos viviendo una clase de pobreza que es distinta a la pobreza de cuando nosotros éramos chicos, cuando al llegar a casa teníamos un tazón de leche y un guiso para comer. Yo creo que a veces se confunde. Hoy día el deportista de élite necesita cumplir las diferentes facetas de desarrollo porque si no hay un componente físico que te va a faltar permanentemente, entonces, vas a ser muy bueno con la pelota, pero hoy los jugadores de élite han desarrollado una potencialidad física que nos vas a poder sostener.

Respecto a lo de la lectura, creo que es extremadamente importante que la sociedad y los clubes de futbol, que muchas veces son el verdadero hogar y de contención de los niños, inculquen el estudio. Por más bueno que sea el jugador, tiene que estudiar, tiene que leer. Y está bueno no venderle espejitos de colores a las familias, no decirle que va a ser el futuro Cuauhtémoc Blanco o Chicharito, porque lo más probable que no lo sea. Y yo lo agradezco, porque cuando le dije a mi mamá que iba a ser futbolista, mi mamá me dijo, “sigue practicando, pero lo más probable es que no lo logres, porque es como ganar una lotería; entonces lo primero que tienes que hacer estudiar y prepararte, y si llegas a ser futbolista, vas a ser un mejor futbolista porque vas a tener un desarrollo intelectual y mental distinto”, y le agradezco. Por eso es tan importante el desarrollo intelectual, no sólo para los que no llegan, también para los que llegan. Hoy los jugadores a nivel profesional son empresas, venden el club, un shampoo, ropa, entonces tienen que tener buena presencia, modales, hablar más de un idioma y para eso se necesita una cabeza pensante. Y cuando acaba la carrera eres joven, y si lo único que supiste hacer fue patear la pelota, a partir de los 35-36 años no sé qué vas a hacer de tu vida.

Decía Johan Cruyff que el futbolista no puede dejar de pensar.

Yo creo igual que si nosotros fomentamos la lectura de novelas, revistas, diarios, libros, vamos a estar desarrollando el intelecto del niño, y fue lo que a mí me pasó. Hay que darle material de lectura que al niño lo motive. A mí, mi papá y mi mamá me daban material de lectura que no me interesaba, y fue un amigo argentino seis años mayor que yo, que tenía una casa en Colonia, que estaba leyendo uno de los libros de Elige tu propia aventura y me enganchó, y ahí empecé a leer. Entonces hay que fomentar la lectura, pero darle libertad al niño para que elija, que puede ser una poesía, un libro de futbol, una historia de amor, de terror y hay que seguir fomentando libros, el niño tiene que leer. Una persona que lee es una persona que gana en imaginación, en autoconocimiento, en confianza, mejora su vocabulario, no tiene contraindicación ninguna.

Dices que el futbol es un pretexto para hablar de un montón de temas.

Acá en Uruguay hace un año que estamos en pandemia, entonces el presidente hace una cadena nacional, y si ves la cadena nacional cada tanto se utilizan metáforas futboleras. El futbol es parte de nuestro ADN, respiramos futbol, es nuestro termómetro muchas veces de estado anímico y de humor, de nuestro equipo, de la Selección Nacional. Bienvenido sea utilizar el futbol como herramienta (que muchas veces la cultura le da la espalda al futbol y no entiendo por qué) para contar historias.

Una vez un editor me preguntó, “¿y qué vas a escribir cuando se te termine el aljibe de historias de futbol?”, y le contesté, “creo que no se me va a terminar nunca, porque lo mío no son historias de futbol, son historias de vida”, porque el futbol forma parte de nuestra vida. Entonces a mí se me hace muy fácil contar una historia de vida de un músico a través del futbol. La novela que saco el mes que viene toca el tema de la pandemia, del medio ambiente. A mí el futbol me sirve como un vehículo, un camino, para ir al tema que quiera, que se me dispare.

¿Es a propósito ese uso del futbol o salió natural?

Hay un poco y un poco. Yo vengo escribiendo desde que voy a la secundaria, no fue que dejé el futbol y me puse a escribir. De hecho publiqué mi primera novela jugando al futbol en Italia, en Treviso. Muchos años fui un bicho raro porque fui un futbolista y publicaba libros, algo atípico, y yo siempre fui escritor y futbolista. Primero tuve la suerte de ser futbolista profesional. De hecho cuando jugaba en el Cruz Azul dije en algunas entrevistas que me gustaba escribir, y fue todo un suceso en aquel entonces, me llamaron de varios periódicos para preguntarme qué estoy escribiendo, y tenía 20-21 años. De modo que nunca dejé algo por otro. Está bueno ser futbolista y ser muchas cosas más. Yo llegaba del futbol y quería escribir cosas que no tuvieran que ver nada con el futbol, sino que fuera un cable a tierra que me ayudara a desconectar. Y tenía poquitas cositas que tenían relación con el futbol, y llevado de otro ángulo, otra realidad. Y cuando me animé a llevar finalmente los manuscritos a una editorial acá en Uruguay, el único que tenía algo que ver con el futbol, llamado La Botella Futbol Club, que es un mensaje que se le da a los padres en el baby futbol, que no es el camino presionar y gritarle a los niños, sino dejarlos que jueguen y se diviertan, que el éxito en las fuerzas básicas no es ganar o perder, sino formar, tanto a los niños en educación y que aprendan a parar una pelota, a cabecear, a dar un pase, y eso es más importante que si ganan o si pierden. El libro estaba enfocado en esa crítica al baby futbol y el editor me dijo, “tú, futbolista, este libro va a tener mucha pegada” y la embocó porque fue un éxito y a partir de ahí las editoriales me dijeron, “escribe lo que quieras, pero siempre tiene que haber algo relacionado con el futbol”.

Tengo una historia que se llama El Muro y que trata de un barrio privado, un niño que vive ahí y que tiene mucho dinero, se aburre porque quiere jugar a la pelota y los vecinos de su edad están con la Play, entonces él va solo al fondo de la casa, empieza a patear la pelota y del otro lado del muro se arman unos partidos espectaculares, y le dice a la mamá, “acá me aburro, me quiero ir del otro lado” y la mamá no lo deja, porque del otro lado hay un asentamiento, una villa, y es la lucha de él para romper ese muro metafóricamente, y lo va a lograr para introducirse en uno de los partidos de esa villa miseria, y entonces hay un prejuicio en la novela y esas clases sociales se entremezclan y los niños nos enseñan a nosotros. Es una de las novelas más vendidas en Argentina, y me gusta mucho, porque en Buenos Aires el concepto de barrio privado está muy arraigado, hay muchos. El futbol me sirvió de pretexto para abordar la diversidad de las clases sociales a un muro de distancia, y el hecho, en Estados Unidos y en México sería una novela espectacular.

Se le pueden mostrar muchas cosas a los nenes a partir de la pelota.

La pelota ya tiene gancho de por sí, pones una pelota y el niño ve qué pasa, y si a esa pelota le agregas un contenido que lo deje pensando y leyendo, ya está, cerramos, broche de oro, es espectacular. Para mí es un gran error que no se atienda la parte educativa, intelectual, de un deportista, pero me parece un peor error que un profesionista vaya a la universidad, estudie y no haga deporte. Entonces hay que complementar ambas facetas de la vida, siempre. Al deportista hay que inculcarle la obligación de que se preocupe por lo que va a pasar cuando acabe la carrera y para eso es vital que tenga una formación más allá del futbol, y hoy día vemos con estos virus lo importante que sería tener una sociedad más deportista, cuántas menos vacunas necesitaríamos.

¿Qué es el futbol?

El futbol es un deporte hermosísimo. Yo creo que el truco o el secreto del futbol para despertar tanta pasión y transformarse en el mejor deporte del mundo no tiene demasiada ciencia, cualquier gol vale uno y tienes que tratar de que no te hagan gol, y ganas 1-0 o 2-0, de acuerdo a los goles que hagas. Hasta el día de hoy no entiendo el beisbol, el futbol americano no, el basquetbol sí. El futbol, cualquier persona con un par de medias hace un bollito y se pone a jugar un partidito y los niños lo entienden desde los dos o tres años; después está la estrategia y lo que hagas para hacer más goles en el arco rival e impedir que te los hagan. Después está la ley del offside y algo más complejo. Despierta interés en todas las poblaciones, todas las edades y ese es el secreto. Es el deporte más simple que despierta más pasiones.

¿Si no hubiera sido por el futbol hubieras sido escritor? ¿Hay relación entre ambas pasiones?

Sí, yo estaba decidido cuando estaba Colonia —es una ciudad que no tiene la posibilidad de que cuando acabas el secundario vayas a la universidad—, y yo estaba decidido a que cuando acabara el secundario, venirme a Montevideo a estudiar bibliotecología, ser bibliotecario, y el futbol se interpuso a mitad del camino y no pude estudiar eso, pero yo creo que hubiese seguido escribiendo, capaz que no hubiese tenido la ventaja que te da ser futbolista profesional, y siempre les digo a los futbolistas que aprovechen su condición porque les abre puertas; un futbolista tiene el camino abierto para hacer la carrera que quiera porque despierta el interés de las masas, después tiene que defender lo que le otorgaron, sea entrenador, directivo, o comentarista, a un futbolista preparado se le va a hacer más fácil hacer una linda carrera donde elija. Se me hubiese dificultado más la posibilidad de la primera publicación, pero hubiese seguido escribiendo y a la larga o a la corta hubiese publicado alguna novela.

Entiendo que lo primero que lees y que te emociona es de Stephen King

Stephen King, en el secundario, en el liceo, en la prepa, fue el escritor al que yo le estoy más agradecido porque fue lo que me hizo empezar a devorar libros. En un año, cuando arranqué a leer a Stephen King, leí Cementerio de Animales, La Hora del Vampiro, It, El Resplandor, Apocalipsis, Christine. Me pasaba leyendo. J. Tolkien con ‘El Señor de los Anillos’ también fue un escritor que despertó en mí la pasión por las letras. A esa edad que uno es medio vago y no quiere leer y quiere hacer esas cosas, yo leía a diario.

Estos libros tienen mucho de fantástico y mucho de terror. ¿Qué fue lo que te llamó la atención a la hora de agarrarlos?

Me aburre mucho leer de futbol, que se entienda bien, historias relacionadas con el futbol, como las de Eduardo Sacheri (con quien tengo una relación vía e-mail muy estrecha; de hecho él me ha llevado mucho de libros para su sobrina, porque es fan mía), eso, me gusta mucho leerlo; pero historias de futbol, estrategias, me aburre. Creo que la mejor estrategia es la que uno puede llegar a desarrollar en su cabeza, y el estudio de futbol creo que es muy personal, en base a lo que uno imagina plasmar en la cancha con el equipo, y en base al equipo que tiene. Yo puedo ver al Manchester City de Pep Guardiola y me ha parecido espectacular, pero después lo voy a querer hacer en mi equipo y va a ser un rotundo fracaso porque no tengo a los jugadores que tiene él; hay que tener mucho cuidado con esas copias que se intentan hacer de los grandes entrenadores, porque muchas veces no tienes el recurso humano de ellos. Eso me aburre un poco.

Las biografías me gustan un poco más, pero a la hora de disfrutar una lectura fueron las historias de ciencia ficción, que me hacen transportarme a otro lugar, donde la fantasía empieza a ser real, al menos dentro del libro y poder conectarme con esa parte dentro de mí, porque quiero olvidar, quiero desconectarme. Es como cuando uno quiere ver una película, en parte quiere pasar un rato agradable, que no lo sigan atomizando. Hoy en día es tan atómico el Covid, que no se me ocurriría poner una serie de noche respecto a una pandemia, no me interesa, quiero despejarme la cabeza. Estos autores me hacían volar la imaginación, que es muy necesario para escribir, así no vayas a escribir ficción, la imaginación tiene que estar permanentemente; ese tipo de lectura la entrena mucho más, que cualquier otra, que un libro de amor o cosas de esas.

Parece que vale más el futbolista que se imagina cosas en la cancha, que el que no lo hace.

Es real. Hay técnicos que por ser muy estructurados en el juego que quieren desarrollar le quitan esa impronta al futbolista. A mí me gusta, porque soy uruguayo, acá se le dice campito: el jugador que puede trasladar ese campito, ese barrio, a un estadio con 60 mil personas. Por eso el sudamericano vale tanto, el europeo no tiene tanto. Los uruguayos somos más aguerridos, pero un mexicano tiene esa impronta y cuando logran mostrar eso en otros lugares, hacen deleitar al público.

Pablito Aimar lo ha criticado mucho. ¿Nos da miedo quitar la estructura al futbol?

A veces está mal visto, porque si tiras un túnel y vas ganando, el rival se enoja porque cree que lo estás canchereando, como que te estás burlando, ¡y yo lo celebro!, porque es una expresión de campito, de potrero. Y hay que tirarlo cuando vas ganando, cuando vas perdiendo y cuando vas empatando. El ‘Burrito’ Ortega era la expresión fiel del potrero en una cancha. Corres riesgo, porque si te sale mal, quedas en ridículo. En cambio, el que la pasa corre menos riesgo. Yo soy defensor de los jugadores que intentan hacer un regate, por más que le salga mal, pero no vas a tratar de hacerlo cuando está saliendo tu equipo, porque eres un irresponsable, como que no te importa nada. Pero de mitad de cancha para adelante, la expresión viva del potrero yo la aplaudo.

¿La garra está estigmatizada o dignifica al futbolista uruguayo?

Yo creo que nos dignifica, le agregan a nuestros indios, garra charrúa. Pero no le ganamos más a nadie sólo con garra, con garra y nada más, ya fue, no existe sólo eso, pero es necesario. Un poco, ves las dimensiones de Uruguay y si no tuviéramos ese amor propio no nos codearíamos con la élite. Ves un uruguayo en el Madrid, en el Barcelona, en el Manchester United y son ídolos. Somos tres millones en total, y si eso lo reduces al futbol es una población bastante menor a la de Brasil, Argentina o México; sin embargo, tenemos más copas América que nadie y en 2010 estuvimos entre los mejores cuatro del mundo. Y eso es un poco de esa garra, de ese amor propio. En el 2014 perdemos el primer partido contra Costa Rica y nos quedaba Italia e Inglaterra y ganamos los dos, y eso es garra. Pero no nos podemos quedar con ese mito, le tenemos que agregar cosas, y a nivel de clubes, Uruguay se está quedando mucho, la selección sigue siendo una isla; es un país que mientras todos progresan a un ritmo, se va retardando en ese sentido.

¿Tiene que ver con la estructura en la formación de los chicos? ¿Con ausencia de potrero?

Es más por otras cuestiones. Acá sigue estando repleto de niños que juegan. Levantas una piedra y salen tres futbolistas. Acá la pirámide invertida, donde menos se hace foco es en los niños y adolescentes, los campos son malísimos, los recursos tienen carencias, desde el campo, las pelotas. La gente a cargo de estos niños no son profesionales, tiene espacio en el día y le grita, los presiona, no sabe nada de metodología; los verdaderos profesionales los metemos cuando tienen más de 20 años, y las formaciones las estamos descuidando, y son las edades más sensibles. Es un gran error y eso lo estamos pagando.

¿Influyó en algo lo que leíste de adolescente en lo que has escrito?

¡Totalmente! Mis historias son historias de vida. Trato de que la musa sean cosas de la vida cotidiana que me gustaría que fueran distintas, y no tengo el poder de lograrlo en la vida real, entonces busco mi refugio, que son las letras, la imaginación, para torcer esta realidad. La novela que saco ahora habla de eso. El año pasado me refugié en casa por salud y pensé: esto es justo lo contrario a salud, no puedes salir a tomar sol, a hacer ejercicio, la gente muriéndose de hambre, aumentan la depresión, los suicidios, aumenta el empobrecimiento de una sociedad; y sin embargo, por un virus que no existía en Uruguay, estábamos contagiados; vamos a idear estrategias que tengan mucho sentido común, mucha imaginación, porque me nombras los muertos de Covid, pero no los otros, y no me entero yo de los de depresión, de suicidio, de cáncer, porque jugamos a no atender otra cosa que no sea el Covid, entonces tenías un tumor por ahí que podía tratarse y con tiempo, pero si no eras paciente Covid no te atendían. El libro que saco tiene muchos de estos mensajes que me aterraron, y trato siempre de buscar el refugio de una historia que le ayude a la gente le ayude a pensar, a reflexionar, ¡y no por eso estar de acuerdo conmigo! A mí me encanta cuando el lector por ahí tiene una visión distinta, y bienvenido sea eso, porque nos tiene que invitar a debatir y a cuestionarnos un montón de cosas.

Hablando de la nueva novela, me decías que era una continuación de Los Mellis. Tocas temas que en el futbol masculino están mal vistos, como la homosexualidad y las adicciones. ¿Por qué es tan difícil hacerlo?

Por un tema de cuna. Acá se cree que cuanto más macho eres, más posibilidades de ser buen futbolista tienes. Yo tengo otra historia que se llama No tan de futbol, que habla de jugadores que se quedaron afuera por otros motivos, y uno es el arquero, que era un buen arquero, pero nadie sabe porqué desapareció del radar, y cuando el técnico pregunta dónde está, dice “me sinceré, dije que era homosexual y ni mis propios compañeros me querían dentro del vestuario, ni la afición”. Es difícil, es un tema como el de las drogas, mejor no hablar que hacer una mirada crítica del asunto. ¿Y qué estamos haciendo con eso? Que las cosas sean más ocultas, que haya más enfermedad mental entre las familias y las personas. Imagínate un padre que toda la vida pregonó que había que ser macho y rudo, y como hijo eres homosexual y es muy difícil esclarecer eso, cuando tendría que ser algo natural y priorizar sobre todo, ser feliz.

Yo soy padre de tres hijos y no quiero que sean adictos, porque considero que las adicciones destruyen a la persona, pero por eso trato de hablar, pero si hoy o mañana tengo un hijo que fumó marihuana o probó otras drogas, tampoco lo voy a señalar de pecador de la familia, porque estaría -primero- siendo un hipócrita, porque nadie es moralista ni hizo nada malo. Hay que aceptar que hemos cometido errores, y después hay cosas que no son errores. El homosexualismo, si lo señalamos como un error, estamos cayendo en una idiotez absurda. El futbol tiene mucho de ser macho, de no poder estar mal porque te peleaste con tu novia. Yo fui técnico de adolescentes y vienen con el chip que me pasaron a mí de que había que ser rudo, macho, no tener sensibilidad. Entonces les decía, “¿cómo están?, ¿cómo andan con sus novias?”, porque quería que si estaban mal, si habían discutido en su casa, se abrieran y lo pudieran decir, que sea un acompañamiento, no el “tienes que entrenar”. Así considere que es algo menor, capaz ese día está mal, y prefiere hablarlo, no entrenar o irse para la casa porque está triste y tiene que haber lugar para eso. Si no, somos unos locos tratando de enloquecer a la sociedad haciéndole creer algo que es mentira.

El futbolista se vuelve un personaje, preso de su propio personaje.

El futbolista tiene que rendir el fin de semana, no importa nada de lo que pasó, así tenga un familiar mal de salud, así se haya separado de su pareja, tiene que rendir. Si hay algo que atenta contra ese rendimiento, hay que… Me acuerdo que cuando me fui a jugar a Italia, mi señora estaba embarazada y estaba por nacer mi primer hijo, el consejo de mi representante fue, “intenta estar lo más lejos de ellos que puedas, porque te va a sacar energía para los entrenamientos”, y yo le contestaba, “prefiero tener menos energía y estar con mi hijo y mi señora, no transo en eso”. Después comprobé que faltaba energía, que había que dormir más, pero que no por eso me tenía que aislar y el hijo tenía que ser cosa de mi señora, buscar la dinámica de tratar de dormir los dos, complementarnos y si yo tengo que estar más presente con el nene de día, no voy a dejar de ser menos jugador o menos rudo, al contrario.

Es quitarle el machismo a la pelota

Tan necesario. Me parece que cuanto más humanicemos el futbol, mejores resultados vamos a tener, vamos a ser los mismos jugadores, pero con un grado de sensibilidad distintos.

Al aficionado le falta esta empatía.

El aficionado no la tiene, pero nosotros tenemos que saber que es así. Muchas veces es la descarga el futbol de todas esas cosas del aficionado. Yo me acuerdo que un aficionado me recriminó a la salida del campo lo que había pagado de entrada para irnos a ver y que habíamos perdido, le dije, “eres un tonto, no pagues más ese dinero”, y luego me di cuenta que me había equivocado, que lo hace por la pasión, por la camiseta, y entiende que no estuvimos a la altura de lo que él pretendía. Lo que yo destaco es que el primer dolorido después de una derrota, al menos nunca me pasó que no sea así, es el futbolista. Mentira esa cosa del aficionado que el futbolista no vive la camiseta como él la vive y capaz que no vivimos la camiseta porque no somos aficionados de esa institución, pero se nos va a valorar a partir de lo que hagamos en la cancha, y si perdemos partidos, si andamos mal y erramos goles, vamos a bajar nuestra cotización y se nos van a empezar a cerrar puertas; somos los primeros que queremos hacer goles, que el equipo gane y llenarnos de gloria, esa es la concepción de esta profesión. El aficionado acusa al futbolista de no vivir como debe vivir la pasión, y pasa que muchas veces en frente tienes un rival que es mejor, que se preparó mejor, no busquemos tanto misterio en los rendimientos. La mayoría de las veces pierdes, no porque no quieras ganar, sino porque el otro fue mejor.

¿Te imaginas a un jugador anunciando un analgésico que tenga base de marihuana?

Hay que ser como con el alcohol, hay que ser muy claros en los mensajes. El jugador de futbol es una persona muy escuchada. Hay temas… yo siempre digo que al jugador se le busca para hacer campañas a favor o en contra de algo, y yo lo que aconsejo al futbolista es, antes de aceptar o negarse, hasta a conflictos bélicos, porque me acuerdo que me llamaron a un programa por un problema entre Azerbaiyán y Armenia, y yo entiendo el dolor y lo que deben estar sufriendo, deben informarse, porque los mensajes hay que cuidarlos mucho. Considero que no hay que promover el uso de la marihuana, una marca alcohólica, porque hay daños en el abuso de esas sustancias, pero tampoco correr con el tema de “no, no, es malo y hace daño”, y jamás diría que nunca consumí o estuve cerca de eso, porque también es una mentira y estamos acusando a algo, potenciándolo como algo súper dañino, y sin embargo vemos futbolistas y técnicos hasta hace poco que fumaban hasta en los estadios tabaco, y capaz hace más daño que la marihuana. Hay que tener mucho cuidado con los mensajes, saber qué atenta contra la salud, saber que el abuso de cualquier sustancia es malo, así sea el agua. Y en el libro que saco en mayo, digo, muchas veces, si hay dinero pongo la cara y digo “compra esto”, cuando yo no pienso usarlo jamás. Hay que ver en qué ponemos la cara, la voz porque tenemos que saber más de las fábricas, de las empresas y qué efecto causan en la naturaleza, estas industrias y estamos arengando a las masas a que compren esos productos, cuando esos productos están haciendo un daño, a la infancia, al medio ambiente o a lo que sea.

Te fue muy bien con Mi Mundial. ¿Qué es el éxito para Daniel Baldi? ¿Eso se parece al éxito?

Sí, en parte un poco sí, pero eso no es éxito, ni cerca. No tengo ni idea de qué es el éxito. El éxito de mi vida es levantarme, poder salir a la calle y que nadie me moleste. Se considera que el éxito es ser famoso; yo considero que la vida de un famoso me molestaría muchísimo. Tengo mi cierta fama, pero no es molesta. Disfruto ir a cualquier lado y que nadie se saque una foto conmigo, alguna vez sí, pero no es común. La disfruto muchísimo. Poder hacer lo que quiero es ser exitoso. Soy muy amigo de Diego Lugano, de Diego Godín, y muchas veces desearían no ser tan famosos. No sé si el éxito se reflejaría en eso. A nivel económico, soy exitoso porque no le debo dinero a nadie y tengo lo suficiente para vivir como quiero. Si tuviera muchísimo más tendría que andar cuidándome, quizá poniendo seguridad en mis hijos, lidiando con gente que me quiera vender terrenos, apartamentos, casas. No sé si tener mucho dinero es sinónimo de éxito. Creo que el éxito se resume en ir a una zona rural del país, que voy bastante, y ver a cuatro o cinco niños a los que les cambiaste la vida porque leyeron tu libro y quieren seguir leyendo libros tuyos, los hiciste pensar, ponerse a escribir, agradecerte con lágrimas en los ojos que pudieron leer un libro. El éxito se parece más a eso que a lo que te nombré antes.

Entiendo que tienes una relación grande con Eduardo Sacheri.

Nos conocimos hace mucho en una feria del libro acá en Uruguay, y le regalé dos libros míos, y le hice firmar algunos libros de él que yo tenía. Al poco tiempo recibo un mail de Eduardo preguntándome si no tenía más libros porque su sobrina había quedado enganchadísima con mis historias, y ahí arrancó una relación epistolar que mantenemos hasta el día de hoy, y nos escribimos y tenemos un trato cordial. A partir de que a su sobrina le gustaron mis libros él se empezó a interesar más en mí, me leyó y me felicita después de que saca un libro mío.

¿Hay más escritores de futbol que te gusten aparte de él y de Eduardo Galeano?

(Jorge) Valdano, los cuentos que tiene me gustan. Y bueno, (Roberto) Fontanarrosa ni hablar, personajes que uno podría suponer que son totalmente ficticios, sacados de un mundo imaginario, y el futbol está plagado. No se me ocurre algún otro porque no leo mucho literatura futbolera, quizá sea un debe o un error de mi parte, pero me gusta leer a Robin Cook porque él es médico, y siento que está escribiendo algo de lo que él sabe, y después deja volar su imaginación. Acá en Uruguay se da que hay mucha literatura futbolera de periodistas, y yo muchas veces siento que el periodista es de las personas que menos sabe de futbol, que no tiene ni la más remota idea de lo que siente un futbolista, y muchas veces están muy alejados de ser periodistas y están más cerca de ser aficionados, y le están haciendo un daño muy grande al futbol, porque tendrían que ser un poquito más profesionales y ser un poquito más periodistas que aficionados. Trato de alejarme de esa literatura e ir a enfoques que por ahí les da Eduardo, que en su momento Galeano, Valdano, que me parecen más sanos, más gracioso y más profundos.

¿El ‘Loco’ Abreu está tan loco como hemos leído?

No, no. Hablamos anteriormente de que uno es un poco rehén de los personajes que hace en la vida. Él tiene gran parte de su locura en la cancha, pero también forjó un personaje que a las pruebas me remito, no le fue nada mal con eso que él creó. El mismo Lugano, que es muy amigo mío, era un personaje dentro de la cancha, era un hombre rudo, que los ojos los abría mucho, te intimidaba y él no es así, es un personaje diferente en la vida diaria. Muchas veces, el salir a una cancha de futbol es salir a un teatro, y tienes que recurrir a la estrategia que te haga ganar. Y si tienes que parecer más loco, o más rudo de lo que eres, lo vas a hacer porque tienes que ganar.

¿Daniel Baldi tenía un personaje cuando era futbolista? ¿O era Daniel Baldi?

Era muy Daniel Baldi y eso me jugó en contra en muchas veces no ser muy querido por los dirigentes, y cuando no eres muy querido por los dirigentes, por los representantes menos. Nunca transé. Si a mí me debías dinero, para mí me tienes que pagar, no me tienes que deber dinero, si me debes un mes, así yo cobre un salario abultado, y tú te comprometiste a pagarme mes a mes esa cifra de dinero, me da una bronca. Eso está como entendido que algún día lo vas a cobrar. ¡No! Algún día no, yo tengo que cobrar abril, a más tardar, la primera semana de mayo, pero no puedo cobrar en junio. Eso me ponía de muy mal humor y yo empezaba a hablar con los representantes y los directivos una vez que pasaba eso y eso no cae bien, (risas), no cae bien.

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