Lecturas de noviembre (IV)

Una bandera del Nuevo Periodismo, los ensayos autobiográficos de un rumano melancólico, un cuento de hadas siniestro y un ejercicio crítico que unifica tanto preocupaciones políticas como cuestiones literarias se asoman en las recomendaciones literarias propuestas por la redacción purgante para despedir noviembre.

Lo que quiero decir; Joan Didion

Joan Didion se hizo de un sitio en el Nuevo Periodismo Norteamericano por su papel central como observadora y cronista de las contradicciones que moldearon a la cultura californiana en la segunda mitad del siglo XX. Su estilo prolijo bebió del taller sacramental impartido por el reputado Mark Schorer en la Universidad de California en Berkeley —después de aquella dolorosa carta de no admisión que recibió de Stanford—, pero sobre todo del vientre de la redacción de Vogue, una centenaria revista de belleza, moda y estilo de vida que sirvió de escuela para que aprendiera a jugar con las palabras, recurrir a los sinónimos y coleccionar verbos. Lógicamente, su talento comenzó a exigir cupo en publicaciones con otro tipo de ambiciones. Desde entonces, Didion se convirtió en una férrea defensora de lo tangible (la escritura) y una descreída de lo abstracto (las ideas). A diferencia de otros de sus coetáneos, escribía para averiguar qué estaba pensando, qué estaba mirando y, esencialmente, qué significaba todo eso. Lo que quiero decir, de reciente publicación bajo el sello de Random House, se compone de doce artículos y crónicas inéditas en español, que ayudan a entender las motivaciones de la primera etapa de Didion como periodista y escritora de ficción. Un período particularmente fértil y condicionado por la idea de que la reverberación y la gramática de las imágenes definen la ordenación de las palabras: “La imagen dicta si esta va a ser una frase con o sin cláusulas subordinadas, si la frase va a terminar en seco o va ir muriendo poco a poco, si va a ser larga o corta, activa o pasiva”. Solo así podemos evocarla trasladando al papel la idílica silueta de Nancy Reagan recogiendo las flores de su jardín, con la sonrisa de la buena madre, la buena esposa y la buena anfitriona que creció en una familia acomodada, mientras cumple la fantasía de estar casada con un actor mediocre devenido en gobernador de California.

El ojo castaño de nuestro amor; Mircea Cărtărescu

El ojo castaño de nuestro amor es un libro que retrata profundamente los matices de una Bucarest nostálgica con la escena literaria de toda una vida. En estos breves ensayos con tintes autobiográficos, Mircea Cărtărescu desnuda un alma sincera, portentosamente inmiscuida en el quehacer del artista verdadero; aquel con la necesidad absurda de escribir. “… como si, al escribir, cada línea que trazo en la página con el bolígrafo se cubriera de moho y cada página que dejo atrás, cubierta con mi escritura, se abarquillara, amarilleara y se retorciera como una hoja seca. Pero yo seguiría escribiendo igualmente cada vez más rápido, para que no me alcancen el desastre y la desgracia”. Los ecos de un Pamuk mirando el Bósforo se replican con un Cărtărescu perdido entre las calles de Bucarest, su ciudad natal, con la que guarda un sentimiento que se debate entre el amor y el odio. Un recuerdo eterno de un hermano del que no queda rastro alguno, pero también la reminiscencia de unos viejos jeans que adquirieron un eco revolucionario en la vida del autor. La elegante confrontación de un joven Cărtărescu al ser atacado por un soberbio autor que cuestiona supuestas taras que demarcan el ser rumano y, de ahí, el desprendimiento de una reflexión a todo lo que ello significa. 

A través del bosque; Laura Alcoba

El estilo que tiene de Laura Alcoba es formidable; cálido, elegante, sobrio. Siempre muy humano hasta para describir lo más escalofriante. Así fue con Los pasajeros del Anna C. y Trilogía de la casa de los conejos y lo hace de nuevo en su más reciente obra traducida al castellano: A través del bosque, en la que suena como una madre que reúne a sus hijos para contarles un cuento de hadas antes de dormir. Y es que este, aunque tomado de los titulares de la nota roja, es un cuento de hadas. Siniestro y doloroso, pero también lleno de una extraña forma de amor. La historia inicia en diciembre de 1984, cuando Griselda, una mujer argentina exiliada en Francia (como la autora) que vive con su marido e hijos pequeños en un barrio clasemedia de París, comete un crimen atroz e inexplicable que escandaliza a la sociedad y estremece los cimientos de una pequeña y modesta familia, que por razones obvias no vuelve a ser igual, mas de algún modo se redefine más allá de la tragedia.  Con sensibilidad y empatía, Alcoba -a la manera de Capote en A sangre fría– entrevista a los sobrevivientes, recorre los escenarios de la desgracia, revive a los fantasmas para tejer la trama como si de una suave bufanda se tratara: transforma el horror, inamovible como el destino, en tacto suave y envolvente; su prosa es distante del melodrama pero también cercana a las emociones y sentimientos de los personajes, que no dejan de ser reales pese a las circunstancias que resultan tan insólitas como las presentadas por Emmanuel Carrére en El enemigo, aunque aquí Laura Alcoba, pese a estar presente todo el tiempo en la narrativa, no es juez ni jurado. Así, su novela factual resulta una lectura tan impactante como entrañable. 

Subcampeón; Zuhaitz Gurrutxaga y Ander Izagirre

La jugada de pared es tan predecible que difícilmente falla. Para que tenga éxito es necesario la colaboración de dos jugadores que sepan compenetrarse entre sí y piensen lo mismo al mismo tiempo. Esto, a pesar de su complejidad, resulta sencillo si se busca un objetivo en común. Escribir a cuatro manos es, en cierto sentido, una jugada de pared. Se requiere que los pares -en este caso de manos ¿o pies?-  vayan a lo mismo y Zuhaitz Gurrutxaga y Ander Izagirre (y viceversa) lo hicieron. Subcampeón (Libros del KO, 2023) es, sin duda, un relato autobiográfico lleno de honestidad y bañado de humor (el humor salva, no cabe duda) que enfrenta sin cortapisas un problema que hasta hace poco tiempo nadie tenía la intención de mencionar en voz alta dentro del ámbito deportivo, a pesar de que historias como la del meta alemán Robert Enke (se suicidó en 2009) hayan trastocado el ámbito futbolero. A través de un monólogo, a veces hilarante y otras desgarrador, Gurrutxaga nos va llevando de la mano al cenit de su carrera futbolística (debut a los diecinueve años en Primera División con el equipo de sus amores) y nos arrastra al fondo del abismo que vivió tras verse rebasado por la ansiedad y un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) no diagnosticado que modificó, de manera irremediable, su trayectoria como jugador del futbol: “Tenía mucho miedo de fallar en el campo. Llegue a odiar el futbol por todo lo que me hacía sufrir”. El libro es una muestra de que no hay defensa para defender un mía-tuya-mía al borde del área. Lo que ocurra después no interesa, aquí ganamos todos.

El secreto y no; Claudio Magris

En El secreto y no (2017), perteneciente a la colección de ‘Nuevos cuadernos Anagrama’, el italiano Claudio Magris se pregunta qué es un secreto, para qué sirve, quiénes hacen uso de él y qué efectos tiene a nivel individual y a nivel colectivo. A lo largo de seis capítulos realiza un corto pero intenso recorrido por los aspectos religiosos, históricos, políticos y culturales que motivan la creación, mantenimiento y difusión de los secretos. Los escritores Javier Marías, Norman Manea o Isaac B.Singer son sus principales referentes. Quien ya haya leído a Magris en alguna de sus obras más famosas como El Danubio (1986), conoce su dominio del ensayo, un género que consigue bordar con su vasto conocimiento de la historia global. Este breve ensayo no se queda atrás. Desde los antigüedad con los mitos eleusinos, órficos, o dionisíacos entre otros, aborda la esfera religiosa de los secretos de confesión, hasta llegar a la política contemporánea: “El poder necesita siempre el secreto; no hay Estado, por liberal y democrático que sea, que no tenga servicios secretos. El secreto político es, tal vez, el que demuestra más que ningún otro la naturaleza del poder innata en el secreto mismo y también sus licencias con respecto a las leyes de la moral” (p.16). Para Magris, el secreto tiene un claro poder de atracción: “Culto de la fertilidad, inmortalidad del alma, ascenso espiritual: lo esencial de la vida permanece envuelto en el secreto, y quien lo controla y puede velarlo o desvelarlo, por medio de un ritual precioso, establecido desde arriba y rigurosamente progresivo, ostenta el poder supremo sobre los hombres y sus propios pensamientos” (p.23). Por ello, se pregunta en qué medida, una vez desvelado el secreto pierde su atractivo y sentido.  Finalmente, una de las reflexiones más importantes se encuentra al final del ensayo ¿Dónde queda la intimidad en la era de la conexión?: “El sofisticado crecimiento de los medios de comunicación permite violaciones de la elemental vida privada cada vez más inquietantes, en una espiral de comunicación global que se convierte en expropiación de la persona, voyerismo disfrazado de ciencia, de investigación social, de denuncia política, de chismorreo pseudocultural”. 

El Japón de Hokusai; Suso Mourelo

Cuando Katsushika Hokusai creó su famosa estampa La gran ola de Kanagawa (1830-1833) tenía 73 años; para entonces había trabajado en más de treinta mil obras, entre bocetos, grabados y pinturas. El gran maestro del ukiyo-e japonés afirmaba haber entendido por fin la naturaleza y la forma de los insectos, los peces, los insectos y las plantas; su historia es tan fascinante como enigmática, tan estimulante como desconocida. Es por eso que El Japón de Hokusai (2019), del periodista y escritor español Suso Mourelo, se vuelve un libro imprescindible si lo que se busca es explorar el Japón del periodo Edo, época gloriosa para el arte japonés (también aquí nace el teatro kabuki), en la que Hokusai vivió. Desde su nacimiento en 1760 y los primeros años como aprendiz de grabador en un pequeño taller, hasta su muerte en 1849, justo después de concebir su pergamino Tigre en la nieve (1849), el lector podrá pasear por los largos caminos del Japón rural, con el Monte Fuji como testigo al fondo. Podrán conocerse los éxitos y fracasos, las alegrías y las penas de un artista que cambiaba de nombre (Shunro, Sori, Kako, Taito, Kakyoin, Iitsu y Manji) conforme su arte evolucionaba, hasta convertirse en referente de las llamadas pinturas del mundo flotante y ser fuente de inspiración en artistas como Vincent van Gogh, Claude Monet, Edgar Degas, Auguste Renoir, Camille Pissarro y Gustav Klimt. Se trata de 191 páginas bellamente ilustradas que se dividen en dos apartados que van desglosando el contexto del arte, la política, las costumbres, la religión y la naturaleza de una cultura gloriosamente milenaria. Hokusai experimentó a lo largo de más de 50 años con diferentes técnicas y estilos, realizando ilustraciones para poemas, arte erótico, mangas, surimonos y tarjetas; pintó geishas, fantasmas, samuráis y sobre todo, profundizó en los paisajes y la naturaleza. En las Treinta y seis vistas del monte Fuji (1831-1833) destaca el azul de Prusia que inunda cada imagen, siendo el de la espumosa ola, el más celebre; la obra de arte en Asia más reproducida y más reconocida alrededor del mundo, convirtiéndola en una estampa eterna, que por cierto puede visitarse en el MET de Nueva York. El Japón de Hokusai incluye, además, un índice con la descripción de las imágenes que acompañan el texto y un listado de bibliografía sobre el periodo Edo, el arte japonés y la vida de Katsushika Hokusai.

Mujer que sabe latín; Rosario Castellanos

Esta colección de ensayos es excepcional porque teje, a la par, un ejercicio crítico que unifica tanto preocupaciones políticas como cuestiones literarias. De ahí que Rosario Castellanos denuncie la terrible estructura patriarcal en el ámbito de la educación, tal y como lo hace con el texto “La participación de la mujer mexicana en la educación formal”, o explore los límites de la traducción a partir de Claudel, hecho que ejemplifica su postura en torno al lenguaje como un vehículo de liberación artística y social. Situación que le permitirá exponer la obra de Virginia Woolf, Clarice Lispector, Silvina Ocampo, entre muchas escritoras más, conformando así un libro eminentemente necesario, donde la voz de la autora aparece magistralmente en cada página.

Arábica; Pablo Cerezal

Pablo Cerezal nos regala en esta novela excepcional su pasión por la música, por el café y por los débiles. Entre el reportero Munir, la prostituta Tiziana y el conserje Francesco, tres seres desubicados, frágiles, sin arraigo, se va tejiendo y destejiendo una historia de amor, amistad, sexo, hachís, café 100% arábica, la búsqueda del camino y la identidad, los sueños y las ilusiones, la traición, el engaño, la pérdida, infancias difíciles, viajes por el Mediterráneo musulmán en busca de los grandes Cafés y sus historias míticas, Led Zeppelin, Jean Genet, los atentados del 11 de septiembre del 2001, David Bowie, Oum Kalthoum y mucho más que tiene cabida exacta en la trama y desfila por sus páginas de la mano magistral de un autor de estilo único, personal e intransferible, barroco y callejero, lírico, enciclopédico, periodístico, rompedor, libre, híbrido, mestizo, innovador, elegante, ecléctico, todo al servicio de un artefacto literario que atrapa desde la primera página. No se puede salir impertérrito de este libro. Como el aroma embriagador de un buen café arábica, sería un pena que pasase desapercibido.

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