Abandonar los cafés y destruir la ciudad.

Abandonar los cafés y destruir la ciudad.
De vez en cuando, incluso,
rezo por mi.
Tú, patrona de los poetas, los músicos, me has dejado en alta mar.
Todo muere, pero las olas no.
Grazie, Diego.
Hay versos que nunca se terminan…
Aunque el carmesí brote de tu pecho, no hay profeta más verdadero que tú
Atardeceres nunca vistos se asoman hacia el colapso fílmico.
Su palpitar nubla la vista y la velocidad.
Como viejas fotos esperando a ser rescatadas del olvido.
Recuerdo haberla enviado desde un rincón gélido londinense.
Aquél viajero le arrebató todo…
Que no daría yo, por beberme a tragos, la absenta de tu dolor.
Las lágrimas dejaron de brotar…
Abro los ojos, hace siglos que no estás.
Un espesor de antaño, resbala por mi garganta.
Debajo de mis pies, lo siento; una parte nuestra sigue aquí.
El escritor barcelonés nos deja una forma de narrar, de escribir, de recordar.
Las banderas vigilan el destierro.
Desde Bohemian Rhapsody y Free Bird no había sido ejecutada con tanta perfección.