Lecturas de octubre (II)

Cuentos posmodernos, dientes falsos, versos bilingües, propuestas para conversar mejor, sentidos homenajes caninos y un relato policiaco que bien pudo ser otra cosa forman parte de nuestras ya tradicionales recomendaciones del mes.

Trampa para Niebla; Miguel Cane

Miguel Cane no sólo es guardián del Hollywood que perdimos, novelista de otro tiempo, dramaturgo, ensayista y futuro transgresor del género memorístico, también ha desembarcado, oficialmente, en la tradición del cuento con una fuerza inusual. Por muchos motivos sostengo que Trampa para Niebla, piedra fundacional de la Colección Undertango de Editorial Gato Blanco, ha sido una de las mejores noticias del panorama literario independiente durante el 2022. En dicho libro, ilustrado por la artista visual Nic Ochoa, Cane reúne 25 años de narrativa breve en 21 relatos, del que se desprende «Memorama», mi favorito, donde dice cosas como esta: «Estos son tus libros, tus armas secretas. Esta es tu habitación. Eres invisible, eres visible, eres tangible y no hay quien te pueda tocar». O el precioso guiño a la Katharine Hepburn de Howard Hawks en Bringing Up Baby, a partir de un relato titulado «Todos los días son días de Brenda». Me gusta pensar que el  autor del Pequeño diccionario de cinema para mitómanos amateurs comparte valores y territorio con gente como Robert Coover y Lorrie Moore en la genealogía del cuento posmoderno, aunque él se sienta mucho más vinculado narrativa y sentimentalmente a Peter Straub. Con esa voz tan singular y esa soltura para posarse indistintamente entre las fauces del terror y el abrazo perenne de la ternura, Trampa para Niebla es la evidencia incontestable de que al autor no le interesan demasiado los típicos campos minados de la narrativa breve, sino más bien los caminos experimentales como creador.

Dafen: dientes falsos; Pierre Herrera

Entre los girasoles de Van Gogh y los dientes del escritor y editor mexicano Pierre Herrera hay un nexo insólito: Dafen, una villa en la provincia de Shenzhen, a 30km. de Hong Kong. Allí residen más de diez mil artistas dedicados a copiar y exportar -ambas cosas a la perfección- obras de pintores como Picasso, Dalí o el atormentado holandés. 
A partir de la existencia de esta villa y el particular oficio que cultiva, Herrera pinta un delicado ensayo que, al entrar en sus fragmentos, se va revelando como un dispositivo en el que el poema, la crónica, el apunte, la crítica de arte y la novela breve coexisten, al tiempo que el autor profundiza, en pocas líneas y a través de más cuestionamientos que certezas, en temas como la originalidad y genuinidad de la pieza artística, la reproducción, el robo, la copia, el plagio, la apropiación y la validez del artista anónimo cuya obra es más vasta que la del artista célebre para la posteridad. Como ocurre en Por breve herida de Margo Glantz, aquí también son los dientes y, más precisamente, la sala de espera del dentista y la incomodidad de estar allí, lo que detona el viaje a esa villa china y a la reflexión sobre todos los procesos artísticos e industriales que allí se concentran y, claro, sobre los juicios artísticos, éticos y moralinos que desde Occidente les persiguen. Para redondear la conversación que fomenta su texto, Pierre -quien, a propósito de fragmentos e híbridos, editó a principios de este año Agua negra, del costarricence Ernesto García, novela breve escrita sobre y desde el mundo del café, con sus procesos y querencias-, ha puesto sus dientes falsos a disposición de quien guste leerlos en formato digital

Speaking con mi sombra; Adrian Ernesto Cepeda

Bueno, lo confieso: mi mamá y yo no somos el mejor ejemplo de relación maternal que haya existido. Quizá por eso me acerqué al libro de poemas de Adrian Ernesto Cepeda con cierto escepticismo. ¿Cómo es posible llenar las páginas de un poemario completo con versos sobre su mamá? Mis dudas se revelaron sin motivo. En cada verso de este poemario, Cepeda logró pintar una faceta más, siempre distinta, no solo de una mujer, sino también sobre la urgencia que todos tenemos de ser amados y sentirnos seguros. Aquí nos acompaña el poeta mientras nos interrogamos sobre la soledad universal y la pregunta de quiénes somos, y que tan profundos y firmes están nuestros cimientos. Además, como poeta bilingüe, el método de Cepeda de introducir el español en sus versos de manera esporádica, muchas veces repitiendo la misma palabra o frase en ambos idiomas, me pareció curiosa al principio, pero al llegar al cuarto o quinto poema, sentí las palabras con sus traducciones y repeticiones como sombras de cada una de ellas, también suspendidas en el aire que rodea ese obra hermosa y compleja. Recomiendo este libro a cualquier amante de poesía, cualquier lector bilingüe y cualquier persona que ha amado y perdido un familiar antes de su hora.

100 tertulias; Jorge Arnau

Tertulia, reunión, velada, conversación, charla, coloquio, corrillo, grupo, círculo. O pretexto para juntarnos, para compartir espacio (y tiempo), para ensanchar el alma y expandir el conocimiento. También para discutir y ser discutidos, para encontrarnos a nosotros y a los nuestros. Luis Jorge Arnau nos plantea cien propuestas para conversar; propuestas intensas, sabrosas, cómicas, históricas, interesantes, absurdas. Que van desde temas tan contradictorios como Octavio Paz hasta asuntos domésticos como las mascotas. Atravesando la cumbia, el amor en un Vocho, la tabla del siete o la paternidad ausente. Asuntos para y por la riqueza de la plática misma. Porque, ¿qué sería de nosotros sin las palabras, sin tener un mensaje y un receptor, un ciclo infinito de puntos de encuentros y desencuentros con los que convivimos y podemos volver a empezar siempre? Una y cien veces, por siempre.

El gran libro de los perros; Jorge de Cascante

Desahuciada por un cáncer despiadado, una triste mañana de marzo acompañé a mi perrita Fedex con el veterinario a una cita mortal, para terminar con su dolor. Fue uno de los momentos más desoladores de mi existencia; Fedex fue mi compañera por más de 17 años y su partida me hizo reflexionar profundamente sobre la importancia de los perros en nuestras vidas: siempre están ahí, en los éxitos y los fracasos, en los días buenos y malos, dispuestos a mover su cola y embelesar con su alegría sin condiciones. El gran libro de los perros es una obra imprescindible para todos aquellos que amamos a estos seres peludos de cuatro patas, más cercanos a la definición de ángeles que a la de animales. Jorge de Cascante reúne una cantidad impresionante de relatos, ensayos, poemas, canciones, citas y extractos de clásicos literarios en una mezcla ecléctica de autores, con el tema central más noble que puede existir: el perro. También hay narraciones inéditas con escritoras/es actuales que demuestran que, al paso del tiempo, los perros siempre han estado acompañando al ser humano en sus andares por la historia: desde el origen de civilizaciones enteras, pasando por la barbarie de la guerra y la vida cotidiana de las grandes ciudades, hasta (incluso) en la creación del arte moderno. Kafka, Miguel de Unamuno, Emily Brontë, Pasolini, Alejandra Pizarnik, Hemingway, Charles Baudelaire, Carrie Fisher y Julio Cortázar (entre muchos otros), se van presentando con textos divertidos, emocionantes, reflexivos y también tristes, lo que conforma una literatura canina universal imprevista, con la jovial ilustración de Alexandre Reverdin, de más de 300 dibujos de perritos. Cada una de las 445 páginas de El gran libro de los perros se disfruta ampliamente, con relatos que recuerdan por qué es tan placentera la compañía de una mascota. Por mi parte, declaro que en casa viven dos chihuahuas llamadas Nutella y Chloe, a las que adoro y tienen más de 15 años viviendo en la familia; el privilegio de verlas crecer y envejecer, siempre es conmovedor. Lo más difícil de tener un perro siempre será el adiós. Tras el deceso de Fedex, llegó a nuestras vidas un inquieto perrito blanco que vivía en la calle al que decidimos llamar Rulfo, que, con sus travesuras y ocurrencias, me salvó de la abismal aflicción de perder a mi mejor amiga. Pasear con Rulfo por el campo los domingos en la mañana me da una hermosa sensación de eternidad. El escritor Mark Twain dijo que una vez muerto esperaba descansar para siempre en el cielo de los perros, y no en el de los hombres. Yo deseo exactamente lo mismo, puesto que en la mirada de un perro se encuentra la vastedad del universo. 

Lemuria, de Beatriz Vignoli

Lemuria, de Beatriz Vignoli, es un libro que te encoge el alma y el corazón —si no es que están unidos. No me andaré con rodeos: su gatito, el Colo, desaparece y ahí empieza el todo. Vignoli nos trae esta obra alejada de la poesía a través de un relato policiaco que se conjuga con un thriller psicológico e, incluso, de terror. Escrito como un diario, nos lleva a la cotidianidad de su mundo más íntimo, gracias a esa prosa poética que forma parte de su sino. También nos hace un recorrido por su presente, su día a día, sin ningún reparo en mostrar la cruda realidad cuando tiene que lidiar con unas personas indeseables, tanto a nivel vecinal como en su búsqueda del Colo. No obstante, en la averiguación del paradero del gato, aparecen personas, seres queridos y desconocidos que le ayudan en este periplo angustioso. Este libro se conjuga y se transforma en una obra que nos indica que cuando cruzamos por amor, como predijo Gustavo Cerati, los puentes son capaces de conectarnos a otros lugares; y, aunque sea de forma metafísica, nos hace llegar hasta la frontera de Lemuria, el continente perdido que se hundió en las profundidades del océano Índico.

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