Desde Tokio 64, los grandes certámenes deportivos han sido causa, motivo y fin de la aversión social contra el gran capital y su promesa de “agacharse” ante las penurias y la desigualdad de los potreros de arrabal en los que suelen levantarse estadios para ilusión pasajera, y el olvido.
15N: Tiro de castigo en la plancha




















