Lecturas de julio (III)

Una lúcida reflexión sobre el arte de entrevistar, dos antología de narradoras latinoamericanas, el delirio perenne de un gran periodista y una historia que precede a la dictadura militar en Argentina conforman las lecturas de julio propuestas por la redacción purgante.

El color favorito; Valeria Tentoni

Mientras Gay Talese sostiene que el uso de la grabadora extinguió la voz del escritor, Leila Guerriero defiende la grabadora como un objeto simbólico que le recuerda, antes de cada charla, que es una periodista. En el ensayo El color favorito (Gris Tormenta), Valeria Tentoni se sitúa a medio camino entre ambos postulados y propone una nueva aproximación: la de las grabadoras idealizadas como granadas —que no intrusos malévolos—, con voces ajenas y un cumulo de instantes irrepetibles capturados. De ahí emerge la gran sustancia del debate sobre el arte de entrevistar: la lealtad para convertir esos sonidos en palabras. Pero, como bien plantea la autora: ¿A quién le debemos esa lealtad? ¿A los lectores? ¿A los entrevistados? ¿A nosotros mismos? ¿A la belleza? ¿Quién no ha traicionado a la lealtad en nombre de la belleza? Entrevistar, visto lo anterior, se parece mucho más a traicionar que a transcribir. Si Tomás Eloy Martínez decía que un periodista no podía dividirse entre el poeta que busca la expresión justa de nueve a doce de la noche y el gacetillero indolente que deja caer las palabras sobre las mesas de redacción como si fueran granos de maíz, Tentoni deja en claro que el entrevistador no está para anticipar ni calcular respuestas, sino para ver cosas que nunca antes había visto, como por ejemplo el escritorio en el que trabaja un escritor por el que siente absoluta devoción. Si crecimos con la idea de que nunca es bueno conocer a quien escribe, fue por temor a desgrabar y escuchar nuestra propia voz, ignorando el hecho de que es posible transformar el deseo en entrevista e, irremediablemente, en escritura.

Junta de vecinas. Antología de narradoras chilenas contemporáneas; VVAA

Las antologías son una apuesta siempre arriesgada. Se presupone que debe responder a cierto tipo de homogeneidad o a alguna etiqueta que le dé un eje común al contenido. Otras veces, las más fructíferas, a lo único que responden estos florilegios es a la reunión de varias autoras contemporáneas que comparten el poder del lenguaje y la escritura, y este último es el caso de Junta de vecinas. Antología de narradoras chilenas contemporáneas (2011). Desde la crónica, la ciencia ficción, el realismo y el periodismo, entre otros recursos, autoras como Lina Meruane, Nona Fernández, Andrea Maturana, Andrea Jeftanovic, María José Navia, Eugenia Pedro Bassi, Alejandra Costamagna y otras autoras más, (des)dibujan y diseccionan tópicos como el erotismo, intimidad, sexualidad, exploración, maternidad, viajes en el tiempo, desarraigo, desasosiego.  Entendemos, al pasar de las páginas, que este libro escapa a las estructuras habituales de poder patriarcal y el oficialismo dentro de la literatura cuando su construcción y poder logran situarnos en otras miradas, porque su importancia, gracia e imágenes se encuentra en espacios que no buscan congratulaciones y aprobación, sino esperanza, libertad y comunión desde los márgenes y la escritura propia.

Miedo y asco en Las Vegas; Hunter S. Thompson

El delirante viaje psicotrópico de Hunter S. Thompson y su periodismo Gonzo al núcleo de esa locura de ciudad llamada Las Vegas, deriva una experiencia literaria tan seductora como repulsiva. Misteriosamente autobiográfica, Miedo y asco en Las Vegas describe las aventuras del periodista Raoul Duke al lado del abogado Dr. Gonzo, dos seres extraños y embrutecidos de cualquier cantidad de drogas, que acuden a cubrir una carrera de motocross y, al mismo tiempo, una convención policial sobre narcóticos. Dentro de la América profunda, el estilo Gonzo que pone al reportero en el centro de la acción se convierte en una odisea surrealista que va hilando situaciones cada vez más alocadas y divertidas, mientras Thompson obliga a sus personajes a buscar el sueño americano hasta por debajo de las rocas; al tiempo que degustan una maleta repleta de estupefacientes duros. La novela apunta su mira de francotirador a la ciudad del pecado como símbolo del consumismo y el exceso norteamericano, en un contexto que se retuerce entre la Guerra de Vietnam, el ocaso de la era hippie y la emergente generación beat. Con un trepidante ritmo, el autor utiliza incisivos párrafos para describir una travesía que incluye cuartos de hotel destruidos, alucinaciones, bizarros personajes y fugaces traslados en carretera, provocando en el lector la desconcertante sensación que experimentan Duke y el Dr. Gonzo: estar tan drogado que resulta imposible reaccionar. En 1998, el director Terry Gilliam adaptó la obra en una vertiginosa película que se presentó en el Festival de Cannes, protagonizada por Johnny Depp y Benicio del Toro; libro y filme se han convertido con el paso del tiempo en piezas de culto, con seguidores que se maravillan ante un discurso plagado de anarquía, descontrol y excentricidad. Se trata de la obra más disparatada de Hunter S. Thompson, aquel escritor originario de Louisville, Kentucky que en 2005 decidió quitarse la vida de un balazo en la cabeza. Miedo y asco en Las Vegas resulta una herencia insolente, que sigue pregonando aquella idea de William Faulkner: “La buena ficción es más realista que cualquier tipo de periodismo, y los mejores periodistas lo saben”.

Nosotros dos en la tormenta; Eduardo Sacheri

El primer día de julio de 1974, en pleno mundial de futbol en Alemania Federal, murió el General Juan Domingo Perón. Fue entonces que el futuro de la República Argentina, de por sí comprometido, entró en barrena al tomar posesión la entonces vicepresidenta del país: su esposa, María Estela Martínez Cartas de Perón, también conocida como Isabel o Isabelita. Su periodo presidencial (1974-1976) y todo el caos que reinaba, fue el pretexto ideal para que las fuerzas armadas, con un militar al frente que había ido escalando posiciones, regresaran al poder a través de un golpe de estado. Es justo dentro de estos años (1975) en los que Eduardo Sacheri sitúa su más reciente novela Nosotros dos en la tormenta. La historia, basada en un hecho comprobado, gira en torno a dos amigos pertenecientes dos células distintas (Montoneros y EPR) que buscan su propia revolución con la lealtad como bandera, en un tiempo convulso de adoctrinamientos y violencias que se autojustifican por los fines sin importar el cómo se llegue a ellos, ignorando que se dejaba un campo fértil para un periodo negro próximo a llegar. A través de diversos narradores, la prosa de Sacheri nuevamente propone como premisa el sentir humano como punto central, dejando a un lado la postura política. Y eso, especialmente en estos tiempos, se agradece.

Las Elegantes; Didí Gutiérrez 

Hacía tiempo no disfrutaba tanto de un libro como con la antología propuesta por Didí Gutiérrez. Por muchos motivos, Las Elegantes es una singularidad en el panorama cosmológico actual. Allí donde “Las Bonitas” pasa a ser una topología mágica de la que se desprenden relatos y referencias literarias a granel: desde un cuento infantil titulado “Favor de no disparar al trompetista”, hasta una historia inolvidable como la de “Arcoíris en un cielo de tela”. Pasando por Virginia Woolf, Arqueles Vela, Guadalupe Dueñas o hasta el mismísimo Georges Simenon. Los cuales funcionan como guardianes indirectos de la llama que encienden autoras de la talla de Alí Boites, Roberta Marentes y Tania Hinojosa, entre muchas más. Cabe resaltar que la edición corre a cargo de la Editorial Paraíso Perdido, la cual hace un trabajo increíble, casi de culto.

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