Foto: Ricardo López Si.

Lecturas de noviembre (III)

Para este mes, en lo que supone la penúltima complicación de lecturas del año propuesta por la redacción de purgante, presentamos una lista abanderada por la más reciente ganadora del premio Nobel, una de las voces más refrescantes de la literatura mexicana y dos de los grandes exponentes de la crónica hispanoamericana.

La mujer helada; Annie Ernaux

La ganadora del premio Nobel de literatura nos presenta, en esta corta novela editada y traducida al español por la editorial Cabaret Voltaire, cómo se crea el llamado “ángel del hogar” que mencionaban desde la era victoriana en Reino Unido, refiriendo a aquella mujer ama de casa incondicionalmente servicial, tierna y maternal, subordinada siempre a los deseos del marido. En la obra, de tenues tintes autobiográficos, la protagonista comienza relatando su propia infancia y sus referentes en esta: su madre, empresaria de carácter fuerte y quien llevaba el negocio y la contabilidad del almacén que poseían, en contraposición a su padre, quien cocinaba y participaba activamente en todas las tareas del hogar pese a los jocosos comentarios de la época. Este matiz diferencial, que chocará siempre con lo que se espera de la protagonista en medios, publicidad, colegio y universidad, la convence, desde un primer momento, de que ella no caerá en esa trampa patriarcal ni en la relacionada ‘mística de la feminidad’ que acuñara Betty Friedan en los mismos años 60. Sin embargo, la protagonista cede paulatinamente a ciertos patrones de conducta de su nueva pareja, al tiempo que persiste, de forma lenta, aunque proverbial, en su propia educación mediante el estudio de unas oposiciones que la habilitan como profesora adjunta de francés en el instituto de un pequeño pueblo. Estamos, pues, ante una versión más sofisticada y quizá más actual de este ángel del hogar, puesto que asistimos al deterioro personal de una mujer talentosa que vive con una doble jornada laboral (la del instituto y la propia jornada de cuidados domésticos de toda la familia). El respetado marido de la protagonista no está, ni de cerca, situado en los márgenes como sí lo estaba el padre de esta, quien aguantaba burlas mientras cocinaba con su delantal (imagen graciosísima, al parecer, para la sociedad francesa de los 60 y 70), sino que ocupa un cargo importante en una empresa francesa. En definitiva, Annie Ernaux en La mujer helada narra un relato tan actual como devastador, muy brillante en sus ideas y en su monólogo interno, tan lleno de humor y de dolor.

Alberca Vacía; Isabel Zapata

«En 2007 tuvimos que deshacer una casa y la vida que la ocupaba. ¿No es extraño que las cosas sobrevivan a sus dueños? Yo no debería tener archivos ajenos, vajillas de hogares que han desaparecido, fotografías de otros tiempos que alguien recortó siguiendo el capricho de su propio recuerdo. [… ] ¿Qué se hace con la colección de diarios que contiene la vida de tu madre muerta? ¿Cómo contar una historia de la que solo conoces el final? Ser el menor de los hermanos significa que todo pasó antes que tú: te perdiste los principios pero estarás presente en todos los finales», escribe Isabel Zapata. Hay libros que cuando los lees no importa dónde poses la mirada, no importa en qué palabra te detengas a llorar o tomar notas; inevitablemente haces fotografías de los párrafos que documentan que te has encontrado. Te descubres entre líneas: es tu historia. Podrías haberla escrito tú, pero alguien más sí tuvo el valor de contarla. Esa fue la sensación que tuve desde que comencé a leer ‘Mi madre vive aquí’, uno de los ensayos que habita el libro Alberca vacía, de Isabel Zapata. La poeta, escritora, editora y traductora mexicana nos regala una íntima y profunda colección de ensayos en los que retrata infinitos simbolismos de los espacios vacíos. Documenta la añoranza y la ausencia. Deambula por el abandono y el duelo. Vuela con aves, perros, diarios, pulpos y cartas, y en cada ensayo cuestiona, a su manera, la naturaleza de la incertidumbre humana: la memoria. Resignificar la memoria a través de imágenes mentales en la esfera de lo cotidiano es un arte que Isabel con mucha sutileza nos comparte. Su lírica jamás la abandona, ni siquiera en esos atisbos iconográficos de dolor. Con un cálido prólogo del escritor chileno Alejandro Zambra y una portada fascinante de la artista visual Sofía Hinojosa, la segunda edición bajo el sello de Lumen es una auténtica joya. En Alberca Vacía me encontré como la hija que visita todos los días los recuerdos de su madre, me encontré como la coleccionista que atesora ver al pasado habitando los objetos heredados, pero sobre todo me encontré como escritora y fotógrafa.  La fotografía es el arte de escribir con luz. Tanto la literatura como la fotografía penden de un hilo que se sostiene con dos alfileres, uno sujeta lo que percibimos como realidad y el otro se aferra a la memoria.

Galveston; Nic Pizzolatto

El guionista de la serie True Detective (2014), el estadounidense Nic Pizzolatto, publicó algunos años antes de la vorágine televisiva, una novela que se convertiría en su ópera prima: Galveston, la historia de Roy Cady, un perdedor y gánster de medio pelo de la América profunda, que se cruza con una joven prostituta llamada Rocky, iniciando un viaje mezcla de redención y ferocidad impostergable. Las letras de Pizzolatto irradian desde el inicio una triste nostalgia por historias que no fueron y malas decisiones del pasado, que trastocan el presente de los personajes. El mismo día que Roy es traicionado por su jefe mafioso y una ex amante, recibe la fatídica noticia de padecer cáncer, lo que lo convierte en un ser sin nada que perder, dispuesto a morir, no sin una oportunidad final para salvar su alma. Narrada en primera persona y dividida en 5 partes en dos épocas (1987 y 2008) y dos lugares distintos (Nueva Orleans y Galveston), la novela provoca en el lector una incomodidad que va en ascenso, hasta un clímax cruel pero optimista, con un recorrido por hoteles de paso, bares y eternos tramos de carretera de un sueño americano que se va desgarrando igual que la inocencia y dulzura de la bella Rocky. Galveston tiene su mejor virtud en la creación de atmósferas decadentes de un pasado que abruma y devora a sus protagonistas, en esa húmeda costera texana. La actriz y cineasta francesa Melanie Laurent dirigió la adaptación de la novela en 2018, una película con Elle Fanning y Ben Foster en los papeles centrales que traslada al celuloide la esencia del libro; un relato que, por medio de una prosa ágil e introspectiva, transmite la bidimensionalidad de la vida misma: es sórdida y conmovedora, violenta pero poética; trágica, pero al final, siempre ilusionante y redentora. 

Historia del hijo; Marie-Hélène Lafon

Pareciera que todas las familias guardan secretos e historias oscuras que marcan un destino y, en ocasiones, crean heridas indelebles en la vida de los hijos. En la Francia rural del siglo XX, Armand es criado por su tíos maternos ante al abandono de su madre y la ausencia de su padre. A lo largo de su vida, va buscado encontrar las respuestas, descifrando los enigmas y liberándose de las cargas emocionales que le sembraron sus padres. Consciente o inconscientemente, el impacto que generan los vínculos parentales es indiscutible. Esto me hizo reflexionar en la decisión personal de cómo enfrentarse a ello y forjar un camino propio. La historia no sigue una cronología, lo cual le da un ritmo ameno a la lectura que te envuelve y, de tanto en tanto, va tocando con lo propio.

De noche es viernes; Elena Poniatowska

En De noche vienes, específicamente la versión solitaria editada por el Fondo de Cultura Económica para la colección Vientos del pueblo, Elena Poniatowska describe a detalle la intervención que un agente del Ministerio Público de la Ciudad de México hace al historial “delictivo” de Esmeralda, una joven polígama, involucrada sentimentalmente con cinco diferentes esposos. La historia comienza con el desglose de los actos “impuros” cometidos por Esmeralda al mantener relaciones maritales con estos cinco individuos, a los que frecuentaba en diferentes días de la semana, asignando una fecha específica para cada uno de ellos. En el desarrollo del relato, Esmeralda comienza a entablar relaciones amistosas con los otros integrantes del juzgado. Algunos personajes del cuerpo administrativo de esta institución gubernamental se acercan a ella, levantan actas y se comete en repetidas ocasiones, a manos de Lucita, el error de omitir el final obligatorio que deben llevar los documentos oficiales a finales de los años cuarenta: “Sufragio Efectivo no Reelección”. Aunado a ello, aproximadamente a la mitad de la narración, es posible encontrar dos guiños de la cultura popular mexicana: la empresa DM Nacional y la revista Lágrimas y risas. Poniatowska usa la ironía en la conversación que se forja entre el agente y Esmeralda en la que salen a relucir los principios conservadores de la época y los nuevos valores y antivalores de una juventud ávida por dejar atrás a la Revolución Mexicana y sus muertos; así, el interrogatorio se transforma en un testimonio polarizado acerca de las posturas predominantes de los cuarenta en México. Incluso en las últimas líneas, el humor de Poniatowska insiste en culminar el breve espacio de tiempo que pasamos con Esmeralda con la mención de aquellos días de visita y la preparación de una serie de alimentos, que “hermanan” a los cinco involucrados en la relación poligámica, tendiendo lazos entre el amor, la injusticia, la corrupción y la hipocresía puritana de las autoridades mexicanas. El texto de Poniatowska brilla por su carácter descriptivo, sus personajes de fácil identificación para el lector, su sencillez y sus pequeñísimos detalles que unen la ironía con la crítica histórica, a través de un personaje femenino que termina entre las garras de un sistema atropellado que desconoce su esqueleto y sus propias reglas. Sin duda alguna, De noche vienes destapa el rencor de toda una generación en escasas 33 páginas.

Fuera de cámara; Evelyn Arach

Las ciudades se componen de historias de las personas que lo habitan. Cada día sucede algo diferente, extraño o fortuito. Podemos escuchar muchas de ellas. Aunque muchas de ellas queden invisibilizadas; no obstante, aún quedan periodistas comprometidos y muestran la cruda realidad. Evelyn Arach compila dieciocho crónicas en el libro Fuera de cámara, en el que se centra en las historias de mujeres. Mujeres en diferentes situaciones socio-económicas y culturales terribles. Historias que te encogen el alma. Realizar una labor periodística de tal calibre es difícil, se necesita pausar y contar bien con detalle cada situación. Evelyn lo consigue elocuazmente: se detiene, escucha y reflexiona muchísimo. Esto se denota en cada palabra escogida adecuadamente para cada artículo en un contexto de suma dificultad, teniendo en cuenta los sucesos que desarrolla. Además sabe relatar dando el espacio a sus protagonistas. Cuando ella debe intervenir para dar algún dato, funge como mera transmisora —es absurdo tener que matizar este aspecto, cuando el periodismo debería ser así. En definitiva, la periodista rosarina recupera de manera excepcional todas estas historias poniendo el punto en la denuncia, porque sabe que con su pluma puede dar voz a quienes callan. Gracias a su prosa exquisita nos acerca de un golpe seco a la realidad de las calles de Rosario, en Argentina.

En el fondo la forma; Leila Guerriero y Ander Izagirre

Luego de recomendar encarecidamente en este mismo espacio la colección Editor de Gris Tormenta y la de Hoolligans ilustrados de Libros del KO, este mes vengo a hablar de la colección Voces de Revista 5W, el proyecto de periodismo internacional de largo aliento más estimulante del mapa. Dentro de su más reciente número, En el fondo la forma, Agus Morales y compañía ponen a conversar a Leila Guerriero y Ander Izagirre, dos de los nombres propios de la crónica iberoamericana. Para abrir el apetito, Ander rememora, con esa mezcla de ternura y humor que le caracterizan, su aventura iniciática en el periodismo, en medio de un festejo familiar: «Periodismo es esto, pensé: levantarte de la boda de tus tíos porque tienes que ir contar una noticia». Luego, ya enganchados, Leila nos recuerda que la mirada, virginal y cultivada a partes iguales, es el gran atributo de un cronista sobre el terreno. En algo que sinceramente no veía venir, el autor de Potosí, Mi abuela y diez más y Cómo ganar el Giro bebiendo sangre de buey deja uno de los diagnósticos más lúcidos sobre el periodismo deportivo de la actualidad, argumentando que al que verdaderamente le interesa contar historias, reportajes narrativos, perfiles y entrevistas ha tenido que desgajarse de la prensa general, poniendo en relieve casos como el de Panenka, Líbero y Volata. Después de haber impartido un máster de crónicas y perfiles, la autora de Los suicidas del fin del mundo y Zona de obras profundiza sobre la parte más adictiva y trascendental de la escritura en general: la orfebrería. «Hay una selección de palabras, de frases, de ritmo; trabajo mucho si quiere que el texto sea un oleaje suave, si quiero que sea un mar revuelto o si quiere que sea un río tranquilo», dice. Con crossovers como este, no queda más que insistir con la plegaria: Larga vida a Revista 5W.

Smonk; Tom Franklin

Si tuviera que escoger una época y lugar para vivir, doy por sentado que cualquier cosa sería buena con tal de no aterrizar en el lejano oeste americano. Quitando todas las enfermedades que puedas coger desde la Edad Media, tienes que tragar polvo todo el rato y esperar que no te disparen por servir mal un vaso de whisky. Entre la pianola y Ennio Morricone se encuentra esta disparada historia sobre un tipo infame, E.O. Smonk, un hombre tuerto tuberculoso y con gota que está dispuesto a arrastrar al infierno a todos aquellos que se crucen en su camino, ya sean repartidores de sermones armados, putas andróginas menores de edad, mujeres y hombres de bien, mujeres y hombres de mal, serpientes religiosas, cazadores de buitres o pistoleros sin puntería. Cuando su destino choca con el de una chica que intenta escapar de su fatídico modo de vida, se iniciará una espiral de violencia solamente aceptable para los fans más acérrimos de los héroes de Tarantino. Ni siquiera el despliegue de sangre y vísceras del director americano puede hacerle sombra a tanta maldad y corrupción. Las entrañas de un pueblo maldito que servirán como escenario catártico de un despliegue de crueldad más épico que un tiroteo en Sad Hill. 
Esto, señoras y señores, no es un western. Es una barbaridad. Un sinsentido tan vehemente como la vida misma, en el que nadie está a salvo. Ni siquiera los lectores. Incluso me atrevería a afirmar que Tom Franklin perdió varios dedos al intentar escribir semejante western metanfetamínico. Esperemos que aún le quede algún que otro meñique para seguir sirviendo al Diablo, porque a este ritmo os puedo asegurar que es el único que podrá sacarnos de este hervidero infecto al que llamamos existencia.

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