2021 -que debió ser 2020, como todo lo que arrasó aquel año absurdo-, será la Eurocopa de la adultez: haber buscado otro techo, lejos del calor paternal. Una Eurocopa que es, a su vez, una suerte de diáspora: se juega a lo largo de toda Europa. Todo y nada, a la vez. Algo nuevo.
La Eurocopa como medida de tiempo
