Un homenaje con tintes detectivescos que reivindica a Elena Garro, la enésima evidencia de que Leila Guerriero es el nombre propio del periodismo narrativo actual, las reflexiones más agudas de una cineasta con voz propia y el descarnado testimonio de un sobreviviente del más grande campo de exterminio abanderan las lecturas del mes.
La reina de espadas; Jazmina Barrera
Dice Jazmina Barrera que los muertos se parecen a los libros en algo fundamental: de ellos conservamos, sobre todo, imágenes y palabras. Esta idea se convierte, a modo de reverberación, en una especie de consigna que sirve para aproximarse a La reina de espadas, el libro-homenaje en el que Barrera presenta una serie de viñetas para reconstruir, sin certezas ni juicios, el periplo intelectual, sentimental y vital de la escritora Elena Garro. La pesquisa lo mismo incluye fragmentos, fotografías, citas, confesiones, cartas y conversaciones que visitas al archivo privado de la universidad de Princeton y sesiones de tarot y astrología. Esto se sustenta en el absurdo que supondría intentar construir un mosaico riguroso a la altura de una personalidad tan camaleónica sin considerar los contornos, los reveses y todas las formas posibles. Barrera se propone, en primerísima instancia, reivindicar las obras menos democráticas de Garro —poniendo el acento en su fértil faceta como dramaturga— para después rastrear todos los cabos sueltos. Desde luego que la autora es consciente de la imposibilidad de reducir la figura de una de las voces más singulares del siglo XX mexicano a partir de la tormentosa relación con Octavio Paz y los encuentros públicos y furtivos con Bioy Casares, pero tampoco cede ante la tentación de pasar todos esos episodios por alto, puesto que ahí se asoman buena parte de los matices que la hicieron una mujer absolutamente magnética e impredecible, capaz de tener pasajes de desbordante lucidez y no pocos momentos abrazada al caos. Dicha circunstancia se hace más patente a la hora de entender su rol como una artista movediza que por momentos fue peligrosamente cercana al poder y que, al mismo tiempo, escondía heridos, refugiaba perseguidos en su casa, apoyaba causas sociales y promovía, por sobre todas las cosas, la lucha campesina. De modo que, debido a la complejidad de la misión, la premisa fundamental se sostiene: cuando uno se embarca en un misterio no lo hace tanto para resolverlo como para empeorarlo. Por todo esto queda deducir que la leyenda en torno a Garro permanecerá encriptada a pesar y gracias a este libro. Una mujer con su dimensión histórica solo se limita a ser memoria y la memoria que de ella se tenga.
La llamada; Leila Guerriero
No basta con ser víctima, además hay que parecerlo. La llamada, el más reciente libro de Leila Guerriero, es un retrato que abarca un periodo de tiempo de la vida de la argentina Silvia Laybaru, miembro del servicio de Inteligencia de la organización guerrillera peronista Montoneros. Laybaru fue secuestrada y mantenida en cautiverio dentro de las instalaciones de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) durante la Dictadura de la Junta Militar argentina encabezada por Jorge Videla. Allí, en el centro de detención clandestino implementado por las fuerzas armadas, fue torturada, violada y esclavizada desde final de diciembre de 1976 hasta 1978, año en el que fue liberada y en el que comenzó lo que se convertiría en otro tormento diferente pero igual de aciago: el del repudio social por el simple hecho de haber sobrevivido. Guerriero –que toma nota de esta trama y comienza a entrevistarla en 2021 durante el juicio en el que la propia Laybaru denunció a sus captores– va plasmando este retrato letrado en escala de grises con una gama interminable de tonos que nos sitúan alrededor de una historia que, como una cuerda, está hecha de una infinidad de hilos que, a su vez, tienen sus propios hilos entramados y que al final todos ellos están de alguna manera conectados con todos. La periodista se dio a la titánica tarea de desenredar y disecar los componentes de dicha cuerda para que, nosotros lectores, podamos no juzgar sino conocer y dejarnos en bandeja las piezas que arman el complejo mecanismo del comportamiento humano.
No te va a querer todo el mundo; Isabel Coixet
Los textos que nutren el libro de Isabel Coixet, No te va a querer todo el mundo (2020), son como una amena plática en el jardín con una amiga entrañable, rodeados de copas de vino, risas, reflexión y, sobre todo, sinceridad. La escritora, cineasta, guionista y traductora catalana arrasa con todos y con todo: igual escribe sobre Björk y se burla de Donald Trump, pasa por Paul Auster y los Talking Heads, aplaude a Xavier Dolan y recuerda la belleza de Grace Kelly. Mujer cultísima, incendiaria y divertida, Coixet parece mirarnos a los ojos mientras disecciona una ecléctica selección de temas: el calentamiento global, terrorismo, experiencias con fans y haters, viajes, mascotas, política y hasta propósitos de año nuevo; la autora se sincera al narrar las peripecias rodando sus películas, las dudas existenciales que atormentan en la madrugada, la fascinación por Jeanne Moreau y su amor por Japón. Se trata de algo parecido a una autobiografía inaudita, por medio de la revelación de ideas, sueños y recuerdos que provocan una lírica meditación, principalmente cuando Isabel habla sobre la naturaleza, las emociones y la belleza que encierra los momentos comunes. La mente detrás de las joyas Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005) regala a partir de la página 192 un registro invaluable de series, películas, libros y música; son listas que revelan las influencias en la creatividad de una de las artistas españolas más importantes de las últimas décadas. Es un deleite leer a Isabel Coixet, ganadora de ocho premios Goya, recomendando cualquier cantidad de nombres y títulos: Yorgos Lanthimos y Sean Baker se codean con Ingmar Bergman y Sally Potter; Luca Guadagnino y Claire Dennis cohabitan junto a Agnès Varda y Alfonso Cuarón; la literatura de Michael Wolff, John Waters, Anita Brookner, Mariana Enríquez, John Berger y Charles Dickens se marina con la música de Bomba Stereo, Prince, Alexander Desplat, Leyla McCalla e, incluso, Maluma. En la parte final de No te va a querer todo el mundo, la generosa autora expone un listado con lo que ella denomina: Cosas que no puede soportar, donde apunta su mirada crítica e incisiva hacía el gobierno español, Facebook, el mundo del arte, el feminismo, la ratafía y los aeropuertos. El lector deseará que el libro no termine, gracias al humor cáustico que salpica las páginas: ¿Se debe separar al autor de la obra? Claro que hay que separar al hombre de la obra, ¿acaso no separamos al panadero de la baguette?
Si existe Auschwitz, no puede existir Dios; Primo Levi
Estamos ante un documento que transcribe la entrevista que sostuvo Ferdinando Camon con Primo Levi (apenas unos meses antes de que el escritor italiano y sobreviviente de Auschwitz muriera en 1987). La charla profundiza, desde luego, en temas consecuentes al Holocausto y a la experiencia de Levi como prisionero del complejo de campos de concentración más famoso y grande que estuviera en activo en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Más allá de una visión redundante en su obra más importante, la conocida como Trilogía de Auschwitz (conformada por los libros: Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados), Camon intenta adentrarse en otros discursos tal vez no tan mencionados por el mismo Primo Levi que pudieran ser importantes de retomar. Así, en una breve introducción, el también escritor italiano señala las dificultades que tuvo la obra de Levi para abrirse paso en el mundo editorial, el cuestionamiento de “¿por qué una obra, que hoy resulta de las más relevantes y analizadas sobre el Holocausto encontró tantas trabas para encontrar traductores y editores?”. Ya adentrados en la entrevista, Camon se interesa por los puntos de vista históricos que pudieran dar explicación a lo que terminó por ser una cruenta infamia que supuso el plan de exterminio nazi sobre los judíos. Clave dentro de esta bella edición (sumamente cuidada y atinadamente ilustrada con poderosas imágenes [un retrato de Levi que abre el volumen y una fotografía de la famosa entrada del campo para cerrar el libro]) es el título que Camon le dio a la charla: Si existe Auschwitz, no puede existir Dios y que retrata uno de los puntos filosóficos más importantes dentro del pensamiento de Levi. “Debo decir que la experiencia de Auschwitz fue de tal calibre para mí que arrasó con cualquier resto de educación religiosa que pudiera tener. Auschwitz existe, de modo que Dios no puede existir. No encuentro solución al dilema. La busco, pero no la encuentro”. Otro de los temas que conforman la charla es el papel de Israel como Estado. Es sumamente interesante ver cómo Primo Levi ya vaticina la hecatombe de una ideología peligrosa: “Debo admitir que siento un vínculo sentimental con Israel, aunque solo sea porque lo hicimos nosotros, mis compañeros de encierro. Sin embargo, no me reconozco en absoluto en su comportamiento actual”. Valdría recuperar esta reflexión en estos días, justo cuando se perpetra un genocidio en Palestina por parte del ejército israelí.
Osadías y descalabros; Miguel Sánchez-Ostiz
Vuelve Miguel Sánchez-Ostiz con un breve poemario en prosa, Osadías y descalabros, el de después del ictus, el que ha pergeñado entre 2021 y 2023, lentamente, con dificultad, tras el tropiezo, los arabescos en la caída y el inevitable encontronazo con el suelo duro y grave de la realidad. Dice el maestro que te has derrotado y lo sabes, y sin embargo insistes, osado y sin futuro alguno, en poner una palabra detrás de otra, persiguiendo fantasmas y oscuridades y unos versos que se sostengan y te sostengan, pero que huyen sin remedio. Y desde esa fragilidad regresa a las andadas, desde la ruina y el humo, a la intemperie, desarzonado, con todas las derrotas remozadas, como nuevas, aferrándose a las viejas cosas, al mundo íntimo, tan personal y propio, que siempre, para bien y para mal, le ha acompañado. Concurren lo circense (¿a quién le cuentas de tu cuerda floja?) y lo teatral (sombras en el escenario de un muro ciego), las referencias literarias (Magris, José María Álvarez, Joan Margarit, Boris Vian) y musicales (Reggiani, Raimon, Johnny Cash), la remembranza de unos tiempos grises, impuestos, de pensamiento único y dirección obligatoria (nos iba la vida en las devociones ajenas hechas propias a la fuerza), un tiempo presente no mucho más benévolo, también lo que pudo ser y no fue (en recuerdo de los mares de Asia por donde no has navegado), los errores imperdonables (es preciso atreverse a vivir la propia verdad, y ponerse en claro, aunque duela), los sueños de vida mejor esfumándose (los del tiempo de las cerezas que nunca viste), las amistades falsas (mire compadre, deje las cosas como están, no remueva el cieno, vayamos cada cual, en paz, por nuestro lado) y las de veras, los ajustes de cuentas (ponerme en paz con cuanto quise y pude tener y no tuve), el peso de la vejez herida y arrinconada (supongo que la vejez será esto: un “cerrado” y un “se vende” vistos al paso en lugares que hasta ayer eran puntos de referencia de lo vivido y hoy son de “liquidación por derribo”), el refugio inconsistente de la escritura (ni tu sombra puedes dejar. Como mucho, un nombre enterrado entre papeles, libros y cachivaches) ante la presencia cada vez más palpable de la muerte (se mete en el espejo profundo de la sala de respeto y desde esa lejanía te observa), de nuevo lo goyesco, el esperpento también, soliloqueos y desbarres en la patria de Caín, la autocrítica más acerada (éramos cuadrilleros de un mal poema), el refugio último de la imaginación (retomar viajes truncados, aunque sean imaginarios) y el recuento hipnótico y obsesivo de los desconsuelos (de los días junto al fuego del invierno queda un olor a hollín húmedo y a ruina en penumbra) y los descalabros (no tienes ni olvido ni absolución posibles y a pesar de ello, no callas). Por fortuna, este sobresaliente poemario viene cargado de voces que no pueden ni deben guardar silencio. Por el propio autor y por todos nosotros, sus lectores, sus semejantes, ses frères.
Gente normal; Sally Rooney
A veces leer un ‘best seller’ resulta una grata sorpresa. Éste es uno de esos casos, porque más que contarnos una historia de amor, Sally Rooney nos muestra en Gente normal una radiografía de los nuevos modos en que socializan las parejas. Si le creemos a Lukács, tienen sentido pensar en que el verdadero propósito de una novela es retratar el espíritu de una época. No por nada Marianne y Connel reflejan en su relación la colisión de clases sociales en pleno siglo XXI, al mismo tiempo que dibujan los prejuicios y la estructura machista que los reproduce, la cual engloba tanto a la cúpula familiar de los Sheridan como a la disposición política que expresan las amistades de ambos en la universidad. Todo esto representa la crónica de un encuentro que inicia en enero del 2011 y se acaba en febrero del 2015, abarcando así viajes y despedidas, alegrías y desilusiones que terminan por capturar esa búsqueda íntima que implica la otredad.
La llama doble; Octavio Paz
Durante los años noventa, con casi ochenta años, Octavio Paz escribió este fascinante ensayo que habla sobre el amor, el erotismo y la sexualidad, y los lazos que guardan entre sí. Asumiendo la complejidad de abordar estos conceptos, Paz encapsula majestuosamente su coexistencia en la vida del ser humano. La llama doble, con ciertos tintes poéticos, plantea al amor como aquello que no tiene algún tipo de explicación científica. Nos habla del alma, de la fusion de cuerpo y espíritu, y que en ausencia del uno o del otro, no hay totalidad: se vive y se siente o no. Profundiza en el deseo, la sociedad, la historia, los individuos, los temperamentos, el azar e incluso la ocasión como factores intermitentes del instinto humano. Se trata de un ensayo que invita a la introspección y a reflexionar desde distintos ángulos sobre la idea de ejercer el amor y la sexualidad en plena libertad.
Mirafiori; Manuel Jabois
La escritura de Manuel Jabois siempre garantiza un estilo exquisito y diferente que sin embargo no hace concesiones. A medio camino entre un realismo mágico muy gallego y, a la vez, flecos millennials y cosas de novela romántica, el autor nos deja entrever los miedos e incertidumbres que se dan en una pareja. Jabois explora el desgaste y la deslealtad no solo en términos de una relación, sino de la peor manera posible: a uno mismo. Obsesiones y muertos en vida, hermoso paisajes gallegos y madrileños, las vicisitudes de vivir en un pueblo de costa, luego en una ciudad de provincia, luego en la capital… el vértigo y, a la vez, el frenesí idealista que esta última genera. Los miedos familiares, las habladurías, los secretos. No se trata, pienso, de una novela espiritual al uso, puesto que Jabois le da una vuelta de tuerca al realismo mágico. Para mí, por todo esto, estamos ante una de las mejores voces masculinas en literatura actual.