Lecturas de febrero (III)

Febrero se va dejando a su paso, entre otras cosas, una agudísima crítica social, el testimonio descarnado sobre un affaire entre una mujer culta y sensible y un diplomático, la búsqueda de un padre y una serie de cuentos jamás revelados.

Los reyes de la casa; Delphine de Vigan

En Los reyes de la casa de Vigan presenta un no tan distópico futuro próximo en el que, partiendo de la indudable influencia de programas televisivos como Gran Hermano y similares realities, se instalan cámaras y plantean montajes con niños youtubers que protagonizan vídeos de unboxing, compras compulsivas, juegos y retos. La narración empieza con la influencia de Gran Hermano en Francia, a partir de dos mujeres coetáneas en hogares y familias totalmente opuestas. Una de ellas, tras probar suerte en los primeros castings de realities, crece y pasa a formar una ama de casa de una familia tradicional y, a todos focos, perfecta con dos hijos que pone ante las cámaras y los insaciables visionados de otros niños, jóvenes fans y, por desgracia, pedófilos. Pero la avaricia de los millones generados por la publicidad y todo lo concerniente a los videos rompe el saco tras el inesperado secuestro de la hija menor y estrella youtuber. La antítesis de esta ama de casa será la policía que dirige la misión de rescatar a esa niña, una mujer no muy amiga de las nuevas tecnologías y, sobre todo, muy crítica con la forma de crianza y sobreexposición de los niños youtubers. De Vigan es muy valiente al poner sobre la mesa esta nueva forma de explotación infantil de la que bien podrían tomar nota y hacer autocrítica los grandes grupos editoriales y otras marcas (culturales o no), y, de hecho, adelanta una posible ley ante los derechos de imagen del niño. Desamparo, descuido, soledad y miedo a la no validación externa son solo algunos de los ejes que encuadran la vida de los personajes de este libro. Un thriller con tintes de debate social y las relaciones líquidas de las que ya hablaba Bauman.

Simple Passion; Annie Ernaux

Me hice de mi primer Ernaux en la fabulosa Changing Hands Books de Phoenix, en un viaje cuyo propósito descansaba en las antípodas de la literatura. Al salir con el botín de la librería no me fue difícil comenzar a devorar las poco más de cuarenta páginas de Simple Passion —traducido para Hispanoamérica como Pura Pasión— de la edición de Fitzcarraldo. Ya es de sobra conocido, luego de haberse encumbrado con el Nobel de literatura, que el affaire de Ernaux, a sus 45 años, con un diplomático soviético, casado y trece años menor que ella, devino en dos obras literarias: Perderse y la ya referida Pura pasión. Decía una reseña de The Guardian que el affaire de Ernauax se inscribía en la gran genealogía de las relaciones extramaritales, junto a Anna Karenina y Madame Bovary; aunque en este caso, la escritora francesa le arrebata el privilegio a la tradición masculina de novelar sus propias aventuras amorosas. Ernaux no propone un recuento de encuentros furtivos, sino el testimonio descarnado y febril de una mujer de clase media, culta, sensible ante las guerras y conflictos internacionales e independiente económicamente que desvaría ante las caricias y el olor de un forastero que se parece a Alain Delon. Ernaux no intenta racionalizar ni explicar su obsesión, puesto que eso significaría abordarla como un error o un desorden patológico. Ella simplemente se limita registrar e inmortalizar las sensaciones que le provoca un hombre que viste trajes Ives Saint-Laurent, colecciona corbatas Cerruti y siente devoción por los automóviles caros. Decía un personaje de Claude Chabrol que la dignidad de una persona se sustenta en la sinceridad de sus pasiones. En ese sentido, la pasión de Ernaux es tan cruda y honesta que uno ya no vuelve a ser el mismo después de leerla.

La cabeza de mi padre; Alma Delia Murillo

Escrita por Alma Delia Murillo, La cabeza de mi padre es una obra autobiográfica que relata la búsqueda de Porfirio Murillo, su padre. «Escribo para soltar el peso de cuarenta años rumiando el mito de mi padre, las infinitas versiones de mi padre». Se trata de una novela que revela la radiografía familiar, personal e histórica de la protagonista y que se entreteje con la decisión de emprender un viaje de Ciudad de México a Michoacán para encontrar al padre que los abandonó hace más de 30 años y, por consecuencia, a esa cabeza que fue cortada de las fotos familiares. En sus páginas, como subtexto, leemos la historia de un país dividido por la desigualdad y el rechazo, la separación evidente de clases sociales, el peso de crecer como una mujer sin recursos económicos y sin una figura paterna que deja un vacío que nadie podrá llenar. Alma Delia Murillo nos pasea por referencias literarias, musicales y culinarias. De Juan Gabriel a Yordano, de El rey Lear de Shakespeare a Pedro Páramo de Juan Rulfo. Por todo esto, estamos ante una historia necesaria y transparente, escrita a golpe de valentía.

Alfred Hitchcock presenta: Cuentos que mi madre nunca me contó

Alfred Hitchcock era un ávido lector que escudriñaba en la literatura universal para encontrar los mejores relatos de terror, misterio y suspenso; aquellas historias que empataran con su gusto por las atmósferas extrañas y los personajes cercanos a la muerte. Alfred Hitchcock presenta: Cuentos que mi madre nunca me contó es una antología que reúne 20 cuentos de una ecléctica selección de autoras/es, muestra del elegante gusto de Hitchcock por una literatura sólida y lúgubre, letras que atraviesan las pasiones del cineasta. Edward D. Hoch, Ray Bradbury, Shirley Jackson, Jane Rice, Roald Dahl, Jack Ritchie y Margaret St. Clair, entre otros, son distinguidos por el mago del suspense en narraciones que describen vientos nocturnos que devoran, cuerpos ocultos en el césped, siniestros pájaros que observan y atacan, parejas de ancianos abandonados a su suerte, pesadillas en tumbas circulares y empleados rencorosos que matan por ascensos que no llegan. La bella edición de Blackie Books de 310 páginas, abre con una breve introducción del propio Hitchcock que advierte: “Lo único que si puedo prometer es que te espera todo un abanico de emociones, exceptuando, claro está, los sentimientos más tiernos y amables, con los cuales yo no tengo nada que ver”. El canibalismo inquietante en Los hijos de Noé, el asesinato perfecto en El hombre que estaba en todas partes”, hilarantes juegos que salen mal a bordo de un barco en Apuestas”, la venganza que se cocina a fuego lento en Una casa muy convincente”, bizarros acontecimientos en la playa de El montículo de arena” y la falsificación del arte en ¿Quién tiene la dama? van concatenando una lectura que debe evitarse hacer en soledad y mucho menos de noche. Un libro que empieza siniestramente apacible se vuelve ocurrente por la mitad y termina espeluznante con sus tres mejores relatos: Selección natural”, “Segunda noche en el mar” y “El muchacho que predecía terremotos”, con aceites automotrices de dudosa procedencia, criaturas nocturnas hediondas y apocalipsis que acaban con toda esperanza del ser humano. La estructura del volumen no es casualidad: Alfred Hitchcock y su espeluznante curaduría literaria arrastran al lector hasta el escondrijo de los miedos más primitivos.

La vida a ratos; Juan José Millás

«He abierto el cuaderno un par de veces, pero no me atrevo a comenzarlo. Es demasiado bueno y temo no estar a la altura. Me ocurre lo mismo con todos los cuadernos que compro. Al final acaban en un cajón muy profundo que tengo en mi estudio, como una especie de colección de obras completas inversas. Allí está todo lo que no he sido capaz de escribir. Novelas que nunca verán la luz, cuentos nonatos, poemas invisibles. Ahí se encuentra lo mejor de mí, aquello en lo que puse más empeño, la sintaxis en la que más arriesgué. Los cuento: hay treinta y cinco, tantos como libros llevo publicados». Bajo el sello editorial de Alfaguara, La vida a ratos, del escritor Juan José Millás, navega entre las olas de la autoficción con apuntes diarísticos en los que el autor valenciano se proyecta así mismo con el personaje que también lleva su nombre, JuanJo Millás, en una obra brillante e ingeniosa que tiene pinceladas de surrealismo, enmarcadas por anotaciones de la vida cotidiana, historias breves que transcurren en la vida del personaje que curiosamente también escribe novelas y artículos para la prensa e imparte un taller de escritura. Tres años, ciento noventa y cuatro semanas e innumerables relatos escritos en forma de diario habitan La vida a ratos, una obra autoconclusiva, llena de reflexiones tejidas a mano con uno de los hilos más fascinantes de la literatura, el humor negro. Millás se convierte en el observador de su propia realidad, ve el tiempo posar y pasar, mientras descubre el peso de su edad y la experiencia que le han regalado los años. Nos invita a desnudarnos en sus revelaciones de madrugada y nos seduce a través del psicoanálisis. Nos muestra una cara del envejecimiento, el lado oscuro de la neurosis y las virtudes terapéuticas de los baños. Nos hace confrontar obsesiones, debilidades y sueños, y sobre todo le da voz a las horas muertas y a la hoja en blanco, para demostrarnos que la realidad ataca de vez en cuando, que esta vida (nuestra vida) ya la hemos vivido varias veces, pero la hemos olvidado.

Vuelta al país de Elkano; Ander Izagirre

“Todos los que son de aquí de toda la vida descienden de alguien que vino de otra parte”. Y así con todo. El viaje narrativo (¿ensayo?) de este libro editado por Libros del KO parte del pueblo de Getaria (pueblo de Elkano) y regresa a el mismo punto a través de 500 años, desmitificando la visión que se tiene de los vascos habitantes de caseríos, para colocarlos y unir, con razón, su identidad al mar, la navegación, el comercio y, en palabras de hoy día, la globalización. Ander Izagirre nos lleva a darle la vuelta no solo a su patria, nos obliga, en cierta forma, a darle la vuelta a nuestros conocimientos, perspectivas, limitaciones (culturales y humanas) a través de un texto y de la mano de Juan Sebastián Elkano, primer ser humano en circunnavegar la esfera azul que habitamos. Las casi cuatrocientas páginas escritas a golpe de pedaleo nos llenan de anécdotas, historias, mitos, pescadores, científicos, mineras, cocineros, poetas, carpinteros, arqueólogos submarinos, plantas nucleares, piedras, muros, acantilados, guardavallas míticos, gabarras (en desuso). Por lo que bien podría ser una guía de viaje no solo a Euskadi, sino al mundo entero. Se recomienda la lectura acompañada del señor Google, para poder recorrer de forma visual cada metro, cada página, cada año, cada pueblo de este bellísimo recorrido.

Veinticuatro horas en la vida de una mujer; Stefan Zweig

La pluma prolífica del Stefan Zweig te cautiva desde el primer momento y consigue atraparte en el relato de sus libros. Baila al compás de las palabras en un frenesí que engancha a cualquiera que empiece a leer sus novelas. En esta ocasión decidí leer Veinticuatro horas en la vida de una mujer, una obra corta escrita en 1927 que me causaba intriga. La premisa del relato comenzaba con la historia de una joven que abandonaba a su familia para perseguir la pasión y enamorarse. Ahí comienzan una serie de reproches hacia la joven en una conversación que termina en discusión, debido a las disidencias del narrador. Las decisiones que tomamos en nuestra vida no son baladí: podemos tener imprudencias y actos más o menos reprobables; sin embargo, una mujer en aquella época era una prisionera en vida con la culpa constante y la necesidad de justificar su honra. En el relato el narrador, que no protagonista, vislumbra los deseos internos y las consecuencias de los actos sin juzgar, solo exponiendo. «No me juzgue» repite Mrs. C a su interlocutor en diversas ocasiones; de hecho es todo lo contrario: la culpa y la moral se entrelazan en el argumento de la historia. Cuanto más pienso en el contexto social y cultural del momento más empatizo con la protagonista. Stefan Zweig fue un gran heterodoxo en su época; o, al menos, eso quiero pensar. Dicho todo esto, para concluir nos deja una pieza de sabiduría muy concreta: «El tiempo, sin embargo, posee una fuerza profunda y la vejez un poder singular para quitar intensidad a los sentimientos».

Símbolo y Arquetipo. Estudio del significado de la existencia; Martin Lings

En momentos de todos contra todos, de posverdades y falsas noticias, de ideologías contra ideologías, es necesario regresar a las raíces de la humanidad y el sentido del por qué y para qué estamos en este plano terrenal. Martin Lings dedicó su vida a los estudios islámicos y al sufismo. Y en este libro conformado por 11 ensayos, explica los símbolos principales del Islam -retratados en El Corán- y hace un paralelismo con escenas de La Biblia; lo que nos ayuda a comprender que, después de todo, no somos tan distintos como creemos. Comprender el significado y la operación de un símbolo es conocer al hombre mismo. Y este es un gran libro para iniciarse en el camino del autoconocimiento a través de la espiritualidad.

La viuda Basquiat (Selección);Jennifer Clement

En La viuda Basquiat, el proceso creativo es juzgado a la perfección a través de los ojos de Suzanne Mallouk. Sin embargo, el giro copernicano no termina ahí, pues gracias al dibujo que hace de la vida de Jean-Michel emerge toda una crítica al aparato ideológico norteamericano. Aquí, la prosa de Jennifer Clement se convierte en un poema, de cuyas raíces nacerá eventualmente la historia de San Joe Louis rodeado de serpientes o Arroz con pollo, todas obras singulares en el corpus pictórico de Basquiat. Sin duda, por esta maestría las referencias a Sartre, Mailer o Burroughs se sienten tan orgánicas a lo largo de la narración. Al final, cada página es, también, la expresión cultural de Nueva York, ciudad que mientras inhala cocaína, pinta un lienzo a través del tiempo.

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