Lo que seremos (IV)

Sin embargo, te buscaba; tanta fuerza y los huesos tronchados e insisto cada vez, torpe, asfixiado: ¿cómo mierda se reconstruye la vida dentro de un poema?

Anche la notte ti somiglia.

Cesare Pavese

حبيبتى. Así de repente, sin forma alguna. Dime, ¿a qué hora debo irme? ¿En qué momento debo escribir estas palabras? Pasada la vida, ¿qué hacemos con la eternidad? Son mis días jodidamente hermosos y la pasmosa realidad que emerge en forma de palabra, para después de unas horas convertirse en nada. Adonde nos trasladan los golpes internos que nacen del desconocimiento. Mínimamente busco un lenguaje, pero la contrariedad que habla me lleva a otro lado. 

Aquí está lo que digo. Son dos metáforas y no lo son. Un jardín y una pared. Un golpe con martillo y el nacimiento de muchas flores. Cuando uno piensa, todo el cuerpo se contrae, somos invisibles. Este poema acabará conmigo. Reflexiono a la sombra de tu piel. Hay cuestiones con las que no se pueden, sino desde otro lenguaje. أميرة. Don’t you understand? Mi propia vida está secuestrada y tu mirada -la materia- que aparece cuando escribo. Son las ocho y la lluvia cae para romper el frío. 

¿Debo esperarte en el lugar de siempre? ¿Cuántas preguntas debo hacerme? Mira mis ojos rendidos, apabullados. Siria está al otro lado. En otra parte. Y sus calles ambientadas y turbias. Qué errantes son los recuerdos. ¿Qué hacemos con un paraguas abierto cuando no llueve? Lo sabía, lo sé, es el cansancio que deja el trabajo y la esquiva felicidad una forma errónea de acercarnos a la vida. Sin embargo, te buscaba; tanta fuerza y los huesos tronchados e insisto cada vez, torpe, asfixiado: ¿cómo mierda se reconstruye la vida dentro de un poema? Realmente, ¿ أميرة, no eres ciudadana de ninguna parte? Y enseguida caminamos arrimados a la gente. La muchedumbre calla, se enrojece, se acostumbra a estar vacía y ríe. Pero si observamos la tarde es el viento y el sol que mueren junto con las palabras; y acudimos de nuevo, por enésima vez andando por la Avenida Diagonal en búsqueda de café. Y de tanto, ambos somos objetos del lenguaje, el poema también lo es. Sobrevive, habla, regenta y después de miles de años no admite dudas frente a los inútiles días. 

Estoy seguro el poema como el amor ejerce su propio mecanismo, sangra revolución con las manos abiertas. No busca palabras, desea algo propiamente del lenguaje. Lo que no se nombra. Lo que no admitimos. Así de repente, después de las preguntas, y jodido y feliz, el s…i…l…e…n…c…i…o… y el agua está hirviendo.

¿Quieres cerrar los ojos? Soy un poema indefenso. Soy yo y mis pensamientos, ¿de qué otra vida 

podría hablarte?

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