Avanzaba sintiendo la necesidad extrema de llegar a alguna parte. De tocar suelo firme. Porque nunca el silencio había sido algo tan aterrador.
Trenes sin historias

Avanzaba sintiendo la necesidad extrema de llegar a alguna parte. De tocar suelo firme. Porque nunca el silencio había sido algo tan aterrador.
Insolencia de quien conoce su emplazamiento; soberbia de quien tiene amores por ver, besos por recibir.
El autor de Bola de Sebo y El horla intentó abrirse la garganta con un cortaplumas de metal. Esto me inspiró a buscar y traducir, en sus poco más de 300 contes y nouvelles, algunos que trataran temas escabrosos y atractivos
Vino y me dejó los restos que alguna vez había limpiado.
He vivido y empatizado con el sufrimiento ajeno, y me he llevado a casa los últimos suspiros de algunos pacientes mientras lágrimas de impotencia humedecían mi rostro.
Tercera Regional es puro territorio comanche. Una vez te metes dentro no vuelves a salir. El modo de vida, los personajes que se juntan y el politiqueo de entre vestidores es lo más parecido al jaco.
Con sol o sin él, con agua o sequía. Aunque te echen mierda que ni de abono sirve, sigues siendo fuente de oxígeno para muchos, aunque nadie te sepan ni cantar.
Quise que durara por siempre, pero verla bailar, su cabello largo, su vestido, era ver una cortina que se movía con el viento.
¿Cómo no tener horror? ¿Cómo no aferrarse a la cotidianeidad del ayer?
Guerrero sin tropa, capitán de los fantasmas.
El mundo no solo va de nosotros, encumbrados en el privilegio de lo predicho, lo orquestado, lo inamovible. Están los otros, los de afuera, los que no nos tocan.
Hoy recuerdo a los muertos de mi casa, diría Paz; hoy recuerdo y leo sus poemas, digo con humildad y devoción, porque en estos tiempos de sombra y paradojas negras, leer a nuestro gran Octavio Paz es ver en la noche más oscura del alma no sólo su morada caligrafía pasional, también vemos una luz suave, sutil, potente; un destello llamado ilusión, fervor, esperanza.
Evita que te alcance la soledad. Si te llega, no la dejes hacerse asidua. Hazla tu conocida, mas no una buena amiga.
El día ha amanecido nublado y las nubes lo cubren todo de un gris blanquecino que me molesta en los ojos. ¿Qué ves desde tu ventana, querida abuela?
Caminé diez minutos hacia el metro, sin un alma alrededor y con las calles medianamente iluminadas. Qué suerte, al menos aquí sí hay luz. En Tepito nomás hay de dos: estar a las vivas o estar a las vivas.
4:27, abro la ventana y prendo un cigarrillo, el olor se parece más a un cartucho recién cortado y utilizado. Esta vida ya se trata de supervivencia y no de vivir.
Se te nota el terror, sabes que ese conocido sigue mirando escondido.
Hoy soy fuego y vida, hoy soy mar y furia, hoy soy calma y desdicha, hoy soy libre, sin tapujos y sin etiquetas.
Falta esa chispa, esa sutil minucia que haga estallar el mundo en pedazos. Una grieta en la corteza terrestre que se trague a todos los predicadores de esta realidad. La nuestra. La esclavitud no es un oficio, por mucho que esté aceptado por el Consejo Regulador de turno.
Te digo poco y te pienso mucho; cuando este mundo pisaste y dejaste.