Lecturas de abril (IV)

Notas desde el interior de una ballena, una historia que retrata el contexto mágico de las palabras, un thriller en clave alta literatura, una novela de humor y desasosiego, lecciones de educación sentimental tardía y la secuela de un libro de culto conforman las lecturas de abril propuestas por la redacción purgante.

Notas desde el interior de la ballena; Ave Barrera

Probablemente Jonás no midió las consecuencias de negarse a ir a Nínive. Dios, que entonces no se andaba por las ramas, le envió un cetáceo para que se lo tragara y hacerlo recapacitar. Quizá –solo es una corazonada– sea una forma convincente de hacerle cambiar de opinión. El final de la historia (por si es de su interés) lo pueden encontrar en el Antiguo Testamento. El punto al que me dirijo tiene más que ver con el destino y el amor filial, el significado de ser mujer en un contexto como el de nuestro México y la forma en la que Ave Barrera nos sumerge, de forma exquisita y sensible, en la historia que narra en su más reciente novela: Notas desde el interior de la ballena (Lumen, 2024). En ella nos conmueve con sensaciones, cuestionamientos y silencios envueltos con la típica incertidumbre que sobreviene la vida de una hija que está por perder a su madre. En esta travesía, la escritora se va guiando de una carta estelar construida de epígrafes de autoras que tocan (sus) fibras colmadas de significado y que, con plena confianza en ellas, nos hará llegar a un puerto en el cual podamos contemplar (y reflexionar) la vida que navegamos.

Tu lengua en mi boca; Luisa Reyes Retana

Una de las cosas que me parece más hermosa del libro de Luisa Reyes Retana, es su capacidad para expresar la importancia que tiene la poesía en nuestra vida y en la vida de los demás. No por nada, Tu lengua en mi boca es una novela que retrata el contexto mágico de las palabras, al mismo tiempo que dibuja las nuevas disidencias que resisten, tal y como lo hacen los personajes de Judith, Babis, Futuro o Márgara. Allí donde Torreón se vuelve un eje conceptual y espacial a través del cual se consolida el personaje de Berta, como un oráculo que congrega el pasado y el presente. Eso sin olvidar las numerosas referencias y críticas a poetas como Neruda o Nicanor Parra, mientras que a la par homenajea la poesía de Pizarnik o de Rosario Castellanos. Como decía Raymond Williams: los cambios necesarios están escribiéndose en la tierra, donde el lenguaje cambia. Y es esa transformación la que vemos a lo largo de esta historia, cuya intertextualidad seguramente seguirá consolidándose a lo largo del tiempo.

Una verdad delicada; John LeCarré

Leer a John LeCarré (1931-2020) siempre ha sido un placer. Al día de hoy, pocos autores de cualquier género, dan una mayor satisfacción al llegar al cierre de una obra. En este caso, se trata de Una verdad delicada, publicada en 2013, siendo parte tardía de su canon, que claramente se inspira en gran medida en el período de la política británica entre 2010 y 2011, cuando el secretario de Asuntos Exteriores conservador y el secretario de Defensa Británico, se vieron envueltos en controversias sobre actos cuestionables. Para quienes descartaron la ficción de espías después del fin de la Guerra Fría, esta novela representa una suerte de culminación de la observación hecha por LeCarré de la era Bush-Blair y sus secuelas. La trama abre en 2008 en Gibraltar, donde un agente cuya identidad desconocemos al principio, y a quien solo se llama “Paul”, espera para incorporarse a un operativo llamado “Wildlife”, que sale mal, aunque este agente, que posteriormente se identifica como Sir Christopher Probyn, lo ignora. En 2013, Probyn y su esposa Suzanne, que viven retirados en Cornwall, son acosados por Jeb, uno de los involucrados en el operativo, que les revela lo que ocurrió: la muerte de una inmigrante marroquí y su hija menor. Aunque esto fue accidental, el ministerio de defensa decidió ocultarlo y, afectado por la culpa, Probyn busca hacer justicia, apoyándose, aunque no confía mucho en él, en Toby Bell, empleado del servicio exterior que conoce las raíces del operativo así como sus tenebrosas (y peligrosas) consecuencias. Bell accede a ayudarle -no solo porque tiene su propia consciencia que apaciguar, también se prenda de Emily, hija del fallido espía, una implacable médico de emergencias que le exige hacer lo correcto antes de irse a la cama con él- y así desentraña una trama que implica a altas esferas de la política y del mundo del espionaje corporativizado y la seguridad privada, que reemplazado a George Smiley & Co., la intelligentsia tradicional que en los 60 y 70 LeCarré revolucionó con sus primeros grandes éxitos. Una verdad delicada es una novela que se deja leer con un ritmo vertiginoso; aunque no es del todo escapismo, aún son relevantes las preguntas que se hace el lector conforme se acerca a la escalofriante conclusión, que pese a tener LeCarré más de 80 años al escribirla, mantiene al lector en vilo. Ojalá hubiera escritores que siguieran elevando el género de la intriga a alta literatura, como este maestro.

Las mutaciones; Jorge Comensal

Como un mal tiro de la fortuna, de un momento a otro, algo te arrebata el habla no sólo como herramienta de comunicación, sino de supervivencia y sustento. Es ese el inicio, la molestia más ligera, con la que se enfrenta Ramón, un abogado cabal, exitoso, acomodado, de familia y reputación respetables, quien tras una molestia se enfrenta a una de las noticias más fuertes que puede recibir un paciente: estar enfermo de cáncer. Y no sólo eso, sino que la única forma de sobrevivir, además de los dolorosos y exhaustivos tratamientos, es que le quiten el órgano inquieto y mutante que le permite articular, la lengua. Entonces el periplo deviene en un exquisito retrato desasosegante, cómico, único sobre la vida del pobre e infame Ramón, a quien le acompaña su esposa, una hija que tras la enfermedad encuentra un cariño irrompible con su padre y un su hijo adolescente en la edad de la punzada que halla consuelo en el jugueteo autónomo a que llevan sus perversiones pornográficas; su hermano, que bien podría ser el sinvergüenza más ruin en cientos de kilómetros a la redonda; su terapeuta que ha vivido en carne propia el doloroso proceso del cáncer de mama, otrora facilitadora de psicotrópicos cuando la causa lo amerita; Elodia, encargada de los quehaceres de la casa, fiel escudera de su patrón; Benito, loro blasfemo y juguetón que dota del lenguaje falto al pobre abogado; y, finalmente, su doctor, oncólogo fanático maniático de la música clásica y la condecoración, dispuesto a todo y a nada, como alma en pena. Todo lo anterior, por decir lo menos, son Las mutaciones (Ediciones Antílope), de Jorge Comensal. Un viajecito exquisito hilado por el cáncer (en inimaginables niveles) que no sólo no deja impasible, sino que, con un lenguaje que fluye con sorprendente naturalidad pese al repaso técnico de términos médicos, se nos sitúa en un encuentro para intentar asimilar, desde distintas aristas, una enfermedad (in)curable.

También esto pasará; Milena Busquets

Si somos lo que subrayamos en los libros y las novelas que nos hubiese gustado escribir, me reconozco en la pléyade de lectores que han abrazado También esto pasará, de Milena Busquets, como parte de su educación sentimental tardía. Yo, a diferencia de ella, sí visualicé mi vida a los cuarenta, coqueteando con el retiro tras haber firmado un contrato faraónico con algún club de Oriente Medio. En la historia que nos ocupa, Blanca, el alter ego de Milena Busquets, asiste al funeral de su madre, el alter ego de la famosa editora Ester Tusquets, quien dirigió durante cuatro la editorial Lumen. Esto desencadena una serie de reflexiones en torno a la pérdida, que lo mismo se manifiestan a través de la crueldad de un espejo que recuerda que la fiesta ha terminado, de una risa que no se sabe si es de hiena o de psiquiatra y del hecho que por momentos meterse en la cama se asemeja a meterse en un ataúd. En el camino, mientras empatizamos con los arrebatos carnales, emocionales e intelectuales de la narradora, constatamos que los desesperados follan desesperadamente, que los hombres que tienen miedo a separarse por no poder pagarse un nuevo alquiler supone otra prueba inapelable de la lucha por la igualdad de género y que se puede saber si a alguien le gustan realmente los libros por cómo los mira, por cómo los abre, por cómo los cierra y por cómo pasa sus páginas. Si es verdad que, como dice Milena Busquets, el sentimiento más elevado que se pueda sentir por una persona sea el respeto, estoy en posición de decir que, más que venerarla, le profeso un gran respeto.

Doctor Sueño; Stephen King

Cuenta Stephen King que durante una firma de autógrafos en 1998, un seguidor le preguntó: “Oiga, ¿alguna idea de qué pasó con el chico de El resplandor (1977)?” Desde entonces, a King le rondaba por la mente la posibilidad de una secuela para su terrorífica historia. Sería hasta 2009, durante una gira promocional en Toronto, en un evento moderado por David Cronenberg, cuando el autor describió para la audiencia la trama que se convertiría en Doctor Sueño (2013): Dan Torrance ahora ronda los cuarenta años y vive atribulado entre el alcohol y los fantasmas del pasado; el destino lo lleva a cruzarse con Abra Stone, niña de doce años que posee un enérgico resplandor. Juntos se enfrentarán al Nudo Verdadero, una siniestra secta de viajeros inmortales que se alimentan de niños que resplandecen. La prosa de Stephen King es ágil, adictiva, mientras describe escenarios y situaciones que van de la sordidez a la ternura. Dan carga con la culpa de los estragos de su alcoholismo, pero encuentra un atisbo de esperanza en un asilo de ancianos, donde ayuda a moribundos a descansar en paz. Abra, por su parte, sufre al no entender el don de la que es dueña y que atemoriza a sus padres. Ambos personajes deciden embarcarse en una aventura que los llevará por lugares bien conocidos, como las ruinas del Hotel Overlook. La tensión va en aumento con cada página, hasta una apoteosis en todo el estilo explosivo del horror de Stephen King. En 2019, Warner Bros. presentó la adaptación de la novela, en una cinta dirigida por el norteamericano Mike Flanagan, con Ewan McGregor y Rebecca Ferguson encabezando el reparto. La película presentaba diferencias importantes respecto al libro, al ser más una secuela del trabajo de Stanley Kubrick que del universo de King. Sin embargo, cuando el escritor leyó el guion, dijo sentir que los elementos de la película de Kubrick que no le gustaban, fueron un tanto redimidos en la versión fílmica de Doctor Sueño. Más que simplemente responder a la pregunta ¿Qué fue de Danny Torrance, después de los eventos del Overlook?, la novela profundiza en el dolor de un hombre incapaz de superar los traumas del pasado y que, inesperadamente, empieza a convertirse en el monstruo que venció en la infancia: su padre. Al final, el protagonista encuentra sentido a su existencia dando luz a las personas que con miedo, se acercan a la muerte. Dan, el Doctor Sueño los tranquiliza: “calma, no hay nada de que asustarse”. La muerte es solo el inicio de algo más.  

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