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Lecturas de octubre (III)

Un toque de realismo mágico con barniz feminista, personajes rotos interconectados, una ciudad ardiendo, las confidencias de un cineasta y la búsqueda de la figura paterna conforman las lecturas del mes propuestas por la redacción purgante.

Las Herederas; Aixa de la Cruz

Tras su aclamado ensayo Cambiar de idea, publicado en la editorial Caballo de Troya, Aixa de la Cruz vuelve con una novela coral centrada en la experiencia de mujeres que son primas y hermanas y deben inspeccionar la casa de su abuela, quien se suicida sin precedente alguno de enfermedad mental. Las Herederas (Alfaguara, 2022) contiene las reflexiones lúcidas de unas mujeres que deben hacer frente a lo inexplicable, conjugando además con sus problemas emocionales y monetarios nos enseñan una y otra vez si acaso, como dijera Edgar Allan Poe, que la locura es la forma más sublime de inteligencia. Estilo muy cuidado y con guiones ágiles, amplio vocabulario y registros, de la Cruz rescata el realismo mágico para darle un entorno más actual, por fin femenino y feminista. Saberes ancestrales, brujería, herboristería, genética que embruja a una familia con la sombra de la locura, una novela rural protagonizada por mujeres que son todo lo contrario. Lean a Aixa de la Cruz. Siempre.

Kintsugi; María Jose Navia

De Lugar, un libro de relatos, surgió la semilla de Kintsugi, novela en cuento escrita por la chilena Maria José Navia que desembarcó en México a través del sello de Polilla Editorial. «Rebajas» supone una suerte de prólogo sentimental sobre los fragmentos que componen la memoria de una familia disfuncional a lo largo de tres generaciones. De modo que el libro de Navia se presenta como una constelación de personajes rotos, a los que un “pronto” escueto y desinteresado les parece la palabra más linda del mundo. Para no afrontar la tragedia que sobreviene y mantener a los buitres alejados, se ocultan en libros, cartas de amor entre amantes imposibles, canciones más o menos tontas y películas que les recuerdan que hay gente allá afuera pasándolo mucho peor. Kintsugi, el arte japonés de reparar con oro líquido las piezas de cerámicas rotas, sirve de metáfora para dar título al compendio de relatos interconectados que devienen en novela y presentar las piezas de un puzzle familiar en llamas sin la ambición de ocultar las cicatrices, sino todo lo contrario: poner el acento en las fracturas, que no son pocas. Aunque después de todo, en las familias que están al borde del derrumbe, las explicaciones solo son dignas de los que se quedan, no de los que se van.

Este vacío que hierve; Jorge Comensal

El estilo de Jorge Comensal es al mismo tiempo elegante y sencillo; no hay nada en él que pretenda emular a otros autores; ni a Ibargüengoitia (como dijeron algunos al comentar Las mutaciones, su primera novela, una mirada acidísima y extrañamente tierna sobre los mores de la clase media mexicana ante la irrupción absurda de la tragedia) ni, en este caso a la fabulosa escocesa Muriel Spark, o los satiristas Kurt Vonnegut o Philip K. Dick, con quienes esta novela tiene varios vasos comunicantes, si bien tiene mucho más en su propia originalidad y eso es lo que distingue a este narrador de otros que solo parecen atreverse a abordar temas que ya son tópicos sobreexpuestos (los padres ausentes, por ejemplo). Aventurándose al terreno de la ucronía, Comensal nos lleva al año 2030 y la desperanzada capital mexicana es, en cierta forma, un infierno, después de que —como Roma— la ciudad ardió, desapareciendo el Bosque, lago y zoológico de Chapultepec. De este diorama achicharrado emerge la historia de Karina, una joven que ve relacionado el inexplicable misterio de la muerte de sus padres, con un enigma vinculado a su abuela quien fuera , y al sino de destrucción que se avecina sobre el mundo que ella conoce. El ritmo es ágil, certero, la distopía verosímil, los personajes bien construidos y hasta entrañables. Comensal juega con el humor, con la angustia, con lo siniestro y lo torna todo un desfile de maravillas silvestres y terrenas del que no podemos separar el ojo hasta el impresionante, inquietante desenlace, del que no diré más. Donde alcanzar con la segunda novela un terreno firme puede ser difícil, Comensal demuestra su talento con esta es novela astuta, amena, perturbadora, ingeniosa, integral para comprender (¿prever?) las posibilidades de nuestro mundo en los días del futuro por venir.

Lynch por Lynch; David Lynch (Ed. Chris Rodley)

Lo ominoso, esa sensación que va de lo terrorífico a lo extraño; la inquietud de lo no familiar que estremece y se asoma a lo desconocido. Lo ominoso atraviesa no solo toda la filmografía de David Lynch, también toca toda su obra artística, que incorpora pintura, fotografía, literatura y música. En el libro Lynch por Lynch (2017) se recopilan de forma cronológica una serie de entrevistas que Chris Rodley realizó al director originario de Missoula, Montana, un hombre siempre renuente a revelar los enigmas de su arte cinematográfico, por lo que el compendio se vuelve imprescindible. Y no es que Lynch explique de forma precisa el significado detrás de Mulholland Drive (2001) o Twin Peaks (1990), sus respuestas van mucho más allá de disipar la ambigüedad: se habla de la infancia y el proceso creativo, donde lo biográfico se funde con lo onírico; están, los desvaríos de la juventud y la pericia técnica para saber dónde colocar la cámara; las anécdotas que empiezan divertidas y terminan siniestras, arrojando películas de imaginación desbordada. David Lynch se toma su tiempo para responder y juega con el incisivo entrevistador; discuten sobre cineastas favoritos, la obsesión por las texturas, la libertad creativa, fracasos y éxitos inesperados, la palma de oro en Cannes para Wild at Heart (1990) y la paciencia para poder terminar su obra de culto Eraserhead (1977). 350 páginas divididas en 11 capítulos que van rebelando la evolución de un artista único, capaz de ir de los recovecos sórdidos bajo el pasto verde en Blue Velvet (1986), hasta los tranquilos escenarios sepia de The Straight Story (1999), con la melancolía de un ser humano que contempla la vida que se acaba. Lo único que se le puede reprochar al autor y también cineasta Chris Rodley es que la edición de Lynch por Lynch llega solo hasta Mulholland Drive, por lo que urge una segunda edición donde se aborde la indescifrable Inland Empire (2006) y sobre todo, se le cuestione a David Lynch por qué decidió regresar a Twin Peaks (2017) en una tercera temporada. Lo más fascinante, es leer la forma en la que llegan a su mente las ideas más bizarras, descabelladas. Lynch no se preocupa en dar una explicación racional, disfruta inquietar por medio de representaciones tétricas que primero son sueños, después, imágenes. Lo ominoso, como eje estructural de un trabajo artístico que encanta, altera y desconcierta.

El último samurái; Helen DeWitt

El último samurái supone un desafío para el lector, puesto que Helen DeWitt rompe con los esquemas tradicionales y opta por explorar los límites del lenguaje. Además, tiene su propia historia que contar sobre el curso de sus publicaciones, entorno que le ha dado un estatus de novela de culto contemporánea. Pero más allá de lo que lo que le ha sucedido a este libro en sus múltiples formas, la novela, en lectura o relectura, ofrece un abanico de posibilidades para ser interpretada. La trama es sencilla: Sibylla, una mujer de una inteligencia brutal, trata de relacionarse con su hijo Ludo, un niño prodigio que, incluso, opaca a su propia madre con el portento de su genio. Ludo tendrá que emprender un viaje espiritual y físico para buscar a su padre (un hombre al que Sybilla solo vio una vez en una aventura de una noche). Ahí se verá la cara con siete hombres que encarnaran a los siete samuráis del clásico de Akira Kurosawa. Un pintor, un premio Nobel de física, un jugador de bridge, un músico, un escritor de crónicas serán algunos de los perfiles que pondrán en desafío la inteligencia (que pareciera muchas veces ilimitada) del niño prodigio. A la par, la novela brinda un tono enigmático que nunca se despega de la película de Kurosawa, pero que va rozando constantemente la filosofía de los idiomas, los dialectos, las lenguas, la historia de los libros, la Odisea, las estructuras complejas de edición literaria; todo ello siempre entramado con el puntal del libro: la búsqueda de la figura paterna. 

Árbol que tiembla; Denise León

Aquí, la genealogía que traza magistralmente Denise León nos muestra toda una síntesis de saberes familiares, donde la voz del ladino y la cultura sefardí se configuran en la nostalgia que nos brindan los recuerdos. De ahí que el origen se transforme en un discurso plural. Donde las palabras se convocan a través de la memoria colectiva, la cual nos permite escuchar a lo largo del libro a las chicas Arú o al abuelo Benjamín. Conformando así un mosaico de hechos que remiten a lugares tan emblemáticos como Piriápolis o Izmir, cuyas imágenes laten con la misma intensidad que las palabras de Nicoïdski o Bruno Schulz. Provocando de esta manera que las historias de una familia pervivan a través del tiempo.

Primera Sangre; Amélie Nothomb

Ciertamente no recordó la tarde en la que su padre lo llevó a conocer el hielo, pero sí se encontraba frente al pelotón de fusilamiento. Era 1964, y el mundo como lo conocían entonces estaba cambiando. Era Patrick Nothomb, el padre de la escritora Amelié Nothomb (Kobe, Japón 1967), y estaba en poder de los rebeldes en su calidad de cónsul belga en Stanleyville, distrito del Congo. La novela, número treinta de la escritora, va armando el rompecabezas de la vida de su padre a manera de homenaje recién fallecido al momento de escribirla. La historia es narrada en voz de Patrick y va suponiendo una escalada de eventos, donde, de forma intensa, amena e incluso divertida construye ese puente que la une de alguna forma con su pasado y presente. El periodo de la novela cruza la segunda guerra mundial, las costumbres de una sociedad arruinada que tuvo que adaptarse a etapas de escasez, la poesía de su abuelo, el Barón Nothomb, las letras de Rimbaud, las cartas de amor por encargo, el deslumbramiento del amor, su pasión por la portería en el fútbol y la vida como diplomático belga donde regresa al punto de inicio y nos adentra en una revolución complicada y sangrienta dónde los fines siempre aplastan a los medios. Sin duda alguna, Amélie recrea atmósferas a través de diálogos ágiles e inteligentes y presenta lo que posiblemente sea su piedra fundacional dentro de las letras.

Los días del abandono; Elena Ferrante

La obra de la novelista Elena Ferrante trasmite todo tipo de emociones. La trama me hizo sentir en carne propia la historia de mi abuela: una mujer que sin más, un día cualquiera, despertó y se encontró -abandonada- por mi abuelo, quien partió con otra mujer, dejando a dos pequeñas atrás con un bagaje emocional inmenso. Ferrante por momentos me llenó de agobio al trasladarme al papel de Olga, la protagonista, quien incesantemente debió reconstruirse a la velocidad de la luz, tomar las riendas de su vida y convertirse en el único sustento de sus hijos. Al borde de la locura y desde un lugar muy oscuro, Olga emprende un viaje al auto descubrimiento y reconstrucción. La pluma de la autora napolitana es verdaderamente conmovedora.

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