He prescindido de los nombres propios del tiempo. No hay días. No hay semanas.
Nombrar el silencio

Lector permanente. Devoto de la poesía y el fútbol. Escribo, hablo y habito en Revista Purgante, Interferencia IMER y Diario 24 Horas.
He prescindido de los nombres propios del tiempo. No hay días. No hay semanas.
Soy pura nostalgia y una monserga de infame certeza.
Eres música para camaleones, polvo de diamantes.
Anuncio apabullante y decadente, de hecatombe.
Aprendí que no debía prestar mis libros si no quería yo ser uno de esos tontos que no saben que están diciéndole adiós a uno de sus libros favoritos
Decidió ponerse a contar historias, las más fantásticas, llegando a escribir incluso para Walt Disney, o cautivando con sus letras al mismísimo Alfred Hitchcock.
Te refundieron en el tambo por ser la epitome de la desfachatez en tiempos de Don Porfirio.
Esos sueños irrealizados serán la loza que cubra donde sea enterrado al dejar de lado la vida.
Aclaro que ésta es la versión de mi historia, afectada severamente por mis sentimientos y mi memoria trastocada.
Un año más de vida y uno menos de padecer el destino.
El obstáculo es el tiempo, el ruido del silencio y sus tormentas.
No sé en qué momento el sueño traspaso a la realidad, o la realidad al sueño.
Esa brecha cuasi invisible entre escritor y lector es, además de no medible, provocadora de una profunda tristeza.
Viajé a mi infancia, sin recordar la edad exacta, a cuando jugaba fútbol y daba la vida entera por ello, por hacerlo siempre.
De romper fronteras se trata el encanto, las letras, cualquier batalla.
Érebo,remedo de la noche,heredero ydueño de tinieblas.Materia, de lo que quedadel día;falsa luz. Domador astuto,de infinita descendencia.Joya oculta para ciegos;sombra infamey bella, y oscura,pero inquieta y cruel. Occidente, decía Homero,era donde estabas situado,peroyo no creo, pues te mironochesenteras de funesta soledad,donde muero,y recorro tinieblas, noches lóbregas, purgatorios. Y espero,el barco que conduce Caronte,y así: ceder,cederme […]
Es la séptima vez en diez días que me prometo a mí mismo que la próxima vez trataré de no pensarte, ni de escribirte.
Jack Kerouac escribió lo que los expertos llamarían “la obra definitiva de la Generación Beat”
Entrecomillaré todo para disimular que no soy yo quien lo ha sentido, para que cualquiera pueda abrumarse como si la historia fuera suya realmente.
Llevo meses aquí encerrado, solo, rodeado únicamente de doctores que bien podrían ser militares.