Ahora usted descansa en la sangre de su propia Medusa.
Oda a José Emilio Pacheco


Ahora usted descansa en la sangre de su propia Medusa.

Cómo aprender a desvestirtus intestinos tu voz o tu sexo sin perturbar la religión (¿?)

Me aterroriza borrar lo que permanece intacto de ti.

Así es la construcción de la poesía: un montón de arenas movedizas flotando a ras del cielo.

Grazie, Diego.

En un inframundo gris donde la palabra es la única forma de duda.

Patria mediocre,Dios mediocre,el cuerpo se me escapa:ocurrió el grito en la garganta.

Un café como aquellos años en el Coyoacán perdido, o en el Bellas Artes olvidado.

Con rosas como cuchillos
a la espera.

Hay versos que nunca se terminan…

He escuchado desde pequeño conmovido las historias de sus poetas.

Sufrir por lo desconocido…

En madrugadas eternas de melancolía repleta.

Aunque el carmesí brote de tu pecho, no hay profeta más verdadero que tú

Transcribo palabras, gestos, la adaptación tangible de sus vidas.

Yo la ofrenda la llevo por dentro…

No comprendo nada en ti, y eso me hace dichosa.

Un éxodo fúnebre de bondad sustraída.

Palpo fantasmas de emociones que se agazapan en las cortinas.

Atardeceres nunca vistos se asoman hacia el colapso fílmico.