La máquina de escribir (II): la carta
Hace mucho tiempo que no la veo, pero supongo que sigue aquí, recuperando la vida que perdió.
Hace mucho tiempo que no la veo, pero supongo que sigue aquí, recuperando la vida que perdió.
Tras la muerte de mi abuelita, mi mamá y yo nos quedamos al frente de
No sólo narra situaciones de mujeres oprimidas, también nos brinda la posibilidad de reconocerlas en espacios intelectuales y de poder.
No puedo ver tu boca, pero sé que estás sonriendo, igual que yo. Lo sé por tus ojos
Mi abuela se convirtió en una de los pioneras en vender antigüedades en el famoso barrio de los sapos, ubicado en el corazón del centro de Puebla.
Amanecí contemplando melancólicamente mi realidad y recordé dónde nació mi anhelo por conocer Turquía: un fortuito encuentro literario
Zita era una muchacha atractiva, de tez morena, alta, con piernas largas y torneadas, cabello negro rizado y ojos rasgados.
Me bastó una lágrima desde el principio de tus ojos para saber que tu tormenta me inundaría.
Zita era una exploradora y, aunque nunca tenía claro lo que buscaba, siempre estaba a la expectativa de un gran hallazgo.
¡Oh Capitán, mi capitán! ¿Qué sería del club de los poetas muertos sin ti?
La escritora inglesa cuestiona las desventajas de ser mujer en una sociedad opresora, dominada por los hombres, la religión y la moralidad.
Te ves hermosa y radiante, llevas un jardín en tu cabeza y quisiera que hoy todas las flores te vieran.