El obstáculo es el tiempo, el ruido del silencio y sus tormentas.
Letanía del ser

El obstáculo es el tiempo, el ruido del silencio y sus tormentas.
Los besos salen caros, porque detrás viene el puñal.
Se deslizó en la agonía, de los años.
Debajo de mis pies, lo siento; una parte nuestra sigue aquí.
La llovizna monótona me devolvía a casa.
Las banderas vigilan el destierro.
Por ahora escribir es una herida que abre el pecho.
¡Me rindo, vida! Te devuelvo tu feracidad.
Dejando atrás seis pecados, alguna vez ninfa.
Dicen que coleccionaba objetos, pero mis recuerdos ya están secos.
Érebo,remedo de la noche,heredero ydueño de tinieblas.Materia, de lo que quedadel día;falsa luz. Domador astuto,de infinita descendencia.Joya oculta para ciegos;sombra infamey bella, y oscura,pero inquieta y cruel. Occidente, decía Homero,era donde estabas situado,peroyo no creo, pues te mironochesenteras de funesta soledad,donde muero,y recorro tinieblas, noches lóbregas, purgatorios. Y espero,el barco que conduce Caronte,y así: ceder,cederme […]
¿Qué pasaría si borro mis letras para reemplazarlas por otras?
Sus cuatro rostros me miraban con desdén.
Ninguna existe, sólo un poco de esperanza.
Ambas se abrazan tras bocinas
A la muerte se la puede engatusar con bellas palabras.
Ahora voy a escribir con la rabia y la fiebre.
Sus puntas me señalan apuntando hacia el sosiego.
Se necesitó un soplo en el faro, para perderte; realmente nunca exististe.
Ahora yo, cariño, pondré la letra.