Por ahora escribir es una herida que abre el pecho.
IRIS ZELAYA CAMINANDO EN BARCELONA (1)

Por ahora escribir es una herida que abre el pecho.
¡Me rindo, vida! Te devuelvo tu feracidad.
Dejando atrás seis pecados, alguna vez ninfa.
Dicen que coleccionaba objetos, pero mis recuerdos ya están secos.
Érebo,remedo de la noche,heredero ydueño de tinieblas.Materia, de lo que quedadel día;falsa luz. Domador astuto,de infinita descendencia.Joya oculta para ciegos;sombra infamey bella, y oscura,pero inquieta y cruel. Occidente, decía Homero,era donde estabas situado,peroyo no creo, pues te mironochesenteras de funesta soledad,donde muero,y recorro tinieblas, noches lóbregas, purgatorios. Y espero,el barco que conduce Caronte,y así: ceder,cederme […]
¿Qué pasaría si borro mis letras para reemplazarlas por otras?
Sus cuatro rostros me miraban con desdén.
Ninguna existe, sólo un poco de esperanza.
Ambas se abrazan tras bocinas
A la muerte se la puede engatusar con bellas palabras.
Ahora voy a escribir con la rabia y la fiebre.
Sus puntas me señalan apuntando hacia el sosiego.
Se necesitó un soplo en el faro, para perderte; realmente nunca exististe.
Ahora yo, cariño, pondré la letra.
Tuvimos los meñiques salpicados de estrellas.
No me necesitarás más, pero estaré a tu lado, cuando emprendas una nueva Odisea.
Viaja a los confines de la imaginación,
donde todo puede ocurrir: atardeceres al alba, puestas de sol infinitas y un inmenso mar azul en Madrid.
Nadie me explicó cómo lidiar con tus cenizas¿Se barren y se tiran?¿Se soplan y desaparecen?¿Las guardo y las olvido?No importa lo que pueda hacer con ellas,volarán con el viento en cualquier instante.
Arrancar el nombre, estrujar la mandarina, acariciar el cuerpo, agarrar al pájaro, asumir.
No habrá colina, ni piedra que empujar.