El mayor reto para la comprensión de otra cultura, pero especialmente de una tan singular como la japonesa, es verla desde dentro.


El mayor reto para la comprensión de otra cultura, pero especialmente de una tan singular como la japonesa, es verla desde dentro.

Duermo, pero no descanso. Me muevo, pero no avanzo. Te pierdo. Exploto.

Condeno correctores y editores que tienen la tarea autoimpuesta de “adaptar” variedades en vez de enriquecer la lengua castellana en ambos lados del Atlántico

Si fijo mi mirada en algo concreto puedo observar como crece, se alarga y florece.

Matarlo y salir ilesa ni siquiera era una opción.

Entrecomillaré todo para disimular que no soy yo quien lo ha sentido, para que cualquiera pueda abrumarse como si la historia fuera suya realmente.

Se publicó por primera vez el 12 de enero de 1887, en Gil Blas, y después en las ediciones de Ollendorff y Luis Conard.

No sé qué leer, ni siquiera me concentro. Decidí abrir un Word y vomitar esto.

Antes el licor ayudaba a conciliar el cansancio para callar las voces, pero ahora es una guerra entre el sueño y mis pensamientos.

Las calles, desoladas, son acompañadas por el silencio.

Su búsqueda sería en vano ante el torrencial otoño que se había llevado los besos y las caricias del amor de su vida.

Las aguas de Venecia volvían a ser transparentes y en Australia se había avistado un animal presuntamente extinto.

Llevo meses aquí encerrado, solo, rodeado únicamente de doctores que bien podrían ser militares.

Hacemos lo que que podemos por beber del estanque, juntando nuestras manos para atrapar el agua.

Entonces me pregunto: ¿quién escribe?, ¿escribo yo, o escribe lo que queda de mí? Me lo pregunto siempre.

Me voy a casa, tengo hambre y frío. Primer día de libertad. No hay que desesperarse.

Nunca pasé frío, nunca me sentí sola, siempre estuvieron ustedes.

El silencio es mejor que aquel paraíso repleto de libros con el que Borges soñaba, es la tregua en medio de la la batalla.

Como Dante, entendimos que la principal diferencia entre el infierno y el purgatorio es que al menos en el segundo todavía hay esperanza.

Ella lo sacaba de todos sus estándares y prejuicios. La conocía de hace un día, carajo. Y tan bonita, tan joven.