Tiempo que Massimo no desperdicia y procura llenarlo de recuerdos y palabras, siempre cubiertas de un cálido sol mediterráneo.
De taxis y taxistas (III)


Tiempo que Massimo no desperdicia y procura llenarlo de recuerdos y palabras, siempre cubiertas de un cálido sol mediterráneo.

Un limbo repetitivo preparado sólo para pagar por mis pecados.

Con certeza les puedo decir, que la vida en la tierra no es un mito. Yo vengo de allí.

Los libros en la sala, paraditos en un mueble, asomando el lomo, me dieron cierto calor.

Aprendí que no debía prestar mis libros si no quería yo ser uno de esos tontos que no saben que están diciéndole adiós a uno de sus libros favoritos

Ser migrante es un camino incierto, oscuro e inacabable.

Cerró la puerta tras de sí y nunca regresó.

Me quedo ahí, en ese lugar donde todo surge para desvanecerse, incluso los malos recuerdos.

Era un Tsuru, de Nissan, que a juzgar por la atmósfera conoció mejores tiempos.

Me resultaba difícil creer que aquél que retozaba en un sillón, en bata y con una pipa en la mano, fuera amo de tantos recuerdos y experiencias.

A veces se imagina caminando por el borde de un número. Otras veces piensa que es como una idea, navegando a través del canto de un jilguero.

Hoy, como en aquellos días donde el final se acercaba, abrazo más que nunca tus académicas aclaraciones del Popol-Vuh, sello de tus orígenes y resumen de tu concepción de la muerte.

El corazón le corre desbocado, sabe que si tarda demasiado en hacerlo ya no será capaz, así que apoya la boca del revólver bajo su mentón y luego aprieta el gatillo.

Puedo sumergirme en el dolor sin miedo. Floto a la deriva. No necesito nada.

Te refundieron en el tambo por ser la epitome de la desfachatez en tiempos de Don Porfirio.

Hace mucho tiempo que no la veo, pero supongo que sigue aquí, recuperando la vida que perdió.

Al llegar a mi destino, no quise (no me atreví) preguntar que fue lo que le “faltó” a su papá para dar “el salto a las (ligas) mayores”.

Esos sueños irrealizados serán la loza que cubra donde sea enterrado al dejar de lado la vida.

Tú eres el llamado y el auxilio.

Él y la Tita sólo se han separado un par de veces, y fue porque alguno de los dos estuvo en el hospital.