O dicho de otra manera, piedra filosofal.
Polvo para hornear (minificciones)


O dicho de otra manera, piedra filosofal.

La vida corre por un lado y, a veces, yo camino por el otro.

Por aquellas fechas en México no había todavía casos confirmados de COVID-19, y parecía tan lejano…

Aclaro que ésta es la versión de mi historia, afectada severamente por mis sentimientos y mi memoria trastocada.

No hay horarios fijos, ni reglas establecidas.

Tras la muerte de mi abuelita, mi mamá y yo nos quedamos al frente de Lerendipia. Cargados de una nostalgia lapidaria, los primeros días, quizás meses, fueron muy complicados. No sabíamos cómo lidiar con su ausencia, a pesar de que su esencia estaba impregnada en cada espacio del anticuario y de la casa. Decía Cortázar […]

El rumor es la más eficaz de las trampas del lenguaje.

Con el tiempo no deja de doler, pero he aprendido a vivir con ese dolor.

Escribir me ayuda a no desvanecerme.

Un año más de vida y uno menos de padecer el destino.

Tengo entre mis manos el único invento con el que desafío al tiempo.

Jimena pediría su primer bolo de arroz portugués en perfecto español rioplatense, olvidándose por completo de la barrera idiomática.

Cuéntenle que la poesía le escribe versos cada tanto, que le encontré sentido al desorden que dejó y que hay heridas que ya han cicatrizado.

Ayer me tomé unos mezcales en tu memoria, nunca te dije te quiero, pese a que era evidente

Desde niña, cuando estaba en Lerendipia sentía que me acompañaban todas las historias y todos los personajes que tanto mi abuelita como yo nos inventábamos. Cuando me sentía sola o sentía miedo, traía a mi realidad todo lo que habitaba en mi imaginación. Hacía una fiesta con los objetos, las cosas más grandes cobraban vida. El Rosenkranz, […]

No sé en qué momento el sueño traspaso a la realidad, o la realidad al sueño.

No puedo ver tu boca, pero sé que estás sonriendo, igual que yo. Lo sé por tus ojos

Me ha herido tanto porque me he cobijado bajo su sombra como si fuera refugio y no laberinto.

Canto y bailo con el maniquí de madera que lleva puesto tu sombrero y tu saco de cachemir.

Nunca fuimos más felices que cuando nos dejamos solos.