Querido señor tristeza, deseaba quitarte la mordaza que tenías en los extremos de las comisuras de la boca. Quedarme entre el espacio que existía entre tu piel y el corazón encriptado, pero latente. Decirte que dejaras de mirar hacia el suelo y abrirte el horizonte de la humanidad. Quería decirte que tenías derecho a sentir, que […]
Todas las cosas que terminan
