Radiografía del yo
Igual que Néstor Sánchez, me quedé sin épica, me quedé sin nadie. Ahora escribo mi diario de Manhattan desde una ciudad llamada Victoria.
Igual que Néstor Sánchez, me quedé sin épica, me quedé sin nadie. Ahora escribo mi diario de Manhattan desde una ciudad llamada Victoria.
Siempre defendí el feminismo, pero de haber sabido que terminaría muerta, hubiera preferido haber cambiado algún acto, palabra o estilo de vida.
Todos hemos recibido el golpe de la melancolía al mirar un paisaje que en el pasado contemplábamos con alguien.
Pensé en Hervé Joncour, retirado, relatando sus viajes a los niños del pueblo.
No olvidar que nuestra estancia es fugaz y, por lo tanto, debería ser sublime. Disfrutar tanto los días que tengamos para que, cuando tengamos que partir, seamos recordados como esa persona que dejará una admiración eterna.
Las personas que consideramos el amor como una prioridad en nuestra vida somos vistas como seres débiles y anormales por quienes hay que sentir desconfianza o una profunda pena.
Reivindicó el papel de la mujer, sus aspiraciones y su lugar en el mundo.
Jay Gatsby sólo quiere recuperar un momento que nunca fue suyo, un futuro que jamás existió.
El poeta chileno era un bohemio, apasionado comunista y un romántico sin causa.
Eligió a su alter ego poniéndole un apellido que honrara a su banda favorita de hard-rock: Bachman-Turner Overdrive.
Por primera vez, la reina del crimen recopila sus historias más espeluznantes en un solo volumen.
La gente metida en política tiene la curiosa idea de lo que les importa a ellos debería importarle a todo el mundo y acusa a los demás por su no implicación. Pero como practico regularmente al menos tres pecados capitales (gula, pereza y envidia) y voy a ir al Infierno igualmente, para qué molestarme.
Decidió ponerse a contar historias, las más fantásticas, llegando a escribir incluso para Walt Disney, o cautivando con sus letras al mismísimo Alfred Hitchcock.
La ordinaria e inmutable certeza de que todo en la vida tiene un final.
El auténtico monstruo de Frankenstein no es la criatura, sino su creador. Nos aterra la muerte, pero más aún nos aterra la idea de que alguien pueda volver de ella o de que esta pueda tornarse vida.
Disfruto con todo mi cuerpo las fisuras que la teoría y la praxis del feminismo genera en la intimidad y cotidianidad de nuestras vidas desnaturalizando lo que está normalizado.
Los paseos del flâneur y el turista de masas se entrecruzan por primera vez en este breve ensayo.
No sólo narra situaciones de mujeres oprimidas, también nos brinda la posibilidad de reconocerlas en espacios intelectuales y de poder.
Los medios no sólo deben ofrecer contenido de calidad, sino verificar y desmentir noticias.
Distintos tonos o clases sociales convergen en una falsa idea de poder, convicción y anhelo.