Hoy recuerdo a los muertos de mi casa, diría Paz; hoy recuerdo y leo sus poemas, digo con humildad y devoción, porque en estos tiempos de sombra y paradojas negras, leer a nuestro gran Octavio Paz es ver en la noche más oscura del alma no sólo su morada caligrafía pasional, también vemos una luz suave, sutil, potente; un destello llamado ilusión, fervor, esperanza.
